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Beatriz

CampoGrande "club de lectura"

Ni de Adán ni de Eva, de Amélie Nothomb

Ni d’Ève ni d’Adam

Amélie Nothomb

Albien Michel Ed. France, 2007, 245 págs.

Novela autobiográfica en la que la autora da a conocer el periodo de su juventud, cuando tuvo lugar su regreso a Japón para mejorar el japonés y, cuando, como medio de subsistencia, daba clases de francés a un joven nipón, hijo de un rico joyero y estudiante en una universidad de segunda clase por no haber superado una prueba de conocimientos a la que todos los jóvenes japoneses, a los cinco años, deben someterse.

El único periodo en el que los japoneses gozan de cierta libertad y pueden permitirse la indolencia se corresponde con sus estudios universitarios. Así, Rinri, el japonés universitario que quiere aprender francés, invita a su feminista profesora a compartir con él las costumbres y usos japoneses: alimentos, comida, reuniones en torno a la mesa, excursiones al Fujiyama y a otras montañas e islas…

Cuando ya no le quedaba ningún dedo libre para llevar las joyas con las que la joven fue obsequiada por la familia del joven nipón, Rinri le propuso matrimonio. La reacción fue la de una feminista a ultranza: salir corriendo. No podía perder su libertad.

A lo largo de la novela la autora nos presenta a una joven más inteligente que su exquisito compañero, más fuerte físicamente –una supermujer que, como Zaratustra, se plantea la lucha del bien y del mal en el interior de sí misma; incluso, una joven que renuncia a una vida de lujo, a unas circunstancias económicas que le hubiesen permitido dedicarse plenamente a su vocación de escritora. Todo por no perder su libertad.

La pregunta que se hace el lector atendiendo a la actitud crítica de Nothomb en sus anteriores obras es si no estará escondiendo algo esta autora tras una aparente ligereza, tras un sutil cambio de estilo.

Me atrevería a sugerir que toda esta novela, incluidos el título y la portada del libro, no es otra cosa que una crítica solapada al feminismo a ultranza al que se ven empujadas las jóvenes de la Europa del nuevo milenio.

Y si no ¿qué significa el abrazo del samurái con el que cierra esta novela? ¿Acaso un samurái no es un noble guerrero? ¿Acaso el samurái no se hace el harakiri para poner fin a su fracaso, para eludir el deshonor de ser capturado? ¿No es el harakiri un suicidio en aras del honor personal?

Parece que es, precisamente, el concepto de mujer liberada, de mujer que puede hacer lo que le venga en gana, sin dependencia afectiva de ningún hombre, lo que ahora se lleva. Y es evidente que muchas mujeres eligen ese camino como primera opción o como segunda opción, sin reparar en el daño que hacen o pueden causar a otras personas a quienes previamente habían decidido entregarles su afecto y su vida; sin valorar la injusticia que pueda sufrir el “otro” con un cambio de planes unilateral.

Todo muy ultra feminista, sí. Una supermujer que se agarra a una vida en la que se ha declarado, a modo nietzscheano- que “el amor ha muerto”. Pero ¿y esto no es una forma de harakiri sicológico?


enero 2010
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