Las cosas que me devuelven la alegría. Las cosas que cuando caen en las carpetas por donde entra ‘lo que importa’ me arreglan el día.
En esas líneas garabateadas, llenas de tachones, escritas con urgencia, con las líneas como olas dice:
“La muchedumbre cerraba las puertas
y la lluvia bajaba por las calles decidida a mojar el corazón
mientras la tarde se puso turbia de latidos y leñadores
y la oscura ciudad agonizaba bajo el martillo de los carpinteros”.
Y están dentro de uno de los libros más bellos de la poesía contemporánea, ‘Poeta en Nueva York’. Ahora el manuscrito de Lorca estará más cerca. Y puede parecer una bobada pero en la vorágine de la actualidad veo esos trazos y todo lo que hay detrás y me vuelve la confianza. Así, en abstracto. No es nada racional. O sí.