Parece ser que no todos los miembros del jurado de la Sección Oficial eran conscientes de que Paskaljevic ya tenía dos espigas de oro. Así que la sorpresa de esta tercera Espiga para el director serbio sólo nos la hemos llevado los críticos que, habiéndola valorado entre las del primer nivel de nuestras preferencias, pensábamos que tanta cosecha jugaría en su contra. (Sí, ya sé: Guediguian y Loach y Egoyan… pero nunca tres de oro). No ha sido así y ‘Honeymoons’, un filme que crece en intensidad a medida que transcurre y que nos pone delante de los ojos los problemas que aún laten en los Balcanes, así como los muros invisibles que todavía separan los países del Este de la Europa rica, no sólo ha convencido al jurado de la Sección Oficial, sino a la crítica internacional que también le ha dado su premio. La Seminci vuelve a ser fiel no ya a su rótulo de cine de autor, sino a su parte más comprometida.
Nada que objetar. Era una de las mejores películas de la Sección como lo es ‘Lille Soldat’, la Espiga de plata. Cine danés que desde la contención y hasta una cierta frialdad es capaz de contar el mundo interior en llamas de sus personajes. Gran cineasta Annette K. Olesen capaz de retratar desde la sobriedad más escueta lo que une a seres humanos aparentemente muy distintos y de llevar a su actriz favorita, Trine Dyrholm, al palmarés. También el jurado encargado de la diversidad cultural se fijó en su filme para una mención. Y premio con acierto a ‘Amreeka’.
Pero parece obligado hablar de ausencias. De lo que podría haber sido y no fue en una edición en la que era fácil acertar pues había varias películas cuyo nivel les hacía merecedoras de premio sin sonrojo. Es sorprendente que ‘Adam Resurrected’ se haya tenido que conformar con un premio menor a la mejor música. El filme perturbador y comprometido de Schrader parecía llamado a mejores resultados. Contenía además una excelente interpretación de Goldblum finalmente superado por Alberto San Juan, esta vez sí, uno de los nuestros. Una pena también que un filme muy meritorio de una casi principiante Mia Hansen-Love, ‘El padre de mis hijas’, se haya ido de vacío. Y una alegría: que el jurado haya sabido recompensar el riesgo de Adán Aliaga en ‘Estigmas’. Para eso está el Festival.
La Seminci parece recuperar músculo y alegría. Esta edición debe marcar una raya roja de calidad en el suelo, como la alfombra. Para atrás, ni para coger impulso.

(En la foto de Gabriel Villamil, Goran Pasklajevic en la sala de invitados de la Seminci)