A PROPÓSITO DE ‘CRÍMENES ILUSTRADOS’ DE ÁLVARO DEL AMO

Confieso mi prejuicio cada vez que detecto el apellido ‘entretenido’ o ‘divertido’ adosado a un libro, una película o una obra de teatro, pues a menudo disfrazan la falta de calidad, el mínimo empeño artístico o la descarada complacencia con el lector-espectador menos exigente. Por eso cuando esos apellidos son aplicables a una obra que además esconde cualidades más que estimables, hay que celebrarlo.

Celebro haber leído ‘Crímenes ilustrados’ y haber renovado mi confianza en el narrador Álvaro del Amo. Los crímenes que relata en los cuatro cuentos que componen el libro, apoyados en la arquitectura visual de cuatro ilustraciones, son una lectura gozosa que va mucho más allá del género policiaco o ‘negro’ tan omnipresente hoy día. El género es aquí lo de menos, siendo como son historias de asesinos profesionales o ‘accidentales’, relatos de crímenes inesperados o previsibles. Porque detrás de esas historias que se leen de un tirón, aunque el final lo haya apuntando el mismo narrador desde el comienzo (como en ‘Viaje de inspección por la Zona Norte’, que cierra el libro), hay buena literatura, sabio mano del ritmo del relato, ingenio y una extraordinaria capacidad de observación del ser humano, eso que da sobre todo la vida y la experiencia, a poco atento que se haya estado en ella. Unos pocos trazos para dibujar nítidamente a los personajes, la capacidad del cineasta para que el lector ‘visualice’ la historia y la ironía que desvela inteligencia son sus atractivos. Deja con ganas de más y eso no ocurre siempre.