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QUE NO TE TOQUE UN JEFE MALO

 

Por desgracia la envidia es el vicio más dañino, si hace acto de presencia en el trabajo un jefe que la toma con un subordinado que ha sido feliz hasta ese instante y que de pronto cae en desgracia ante ese jefe torturador comido por la envidia o por la maldad.

Hay que estar preparado porque esto no es ciencia ficción ni una leyenda urbana. Es frecuente ver que de pronto tu jefe comprensivo y humano se cambia o le cambian de puesto y aparece en su lugar un jefe inhábil para las relaciones personales y preocupado de escalar a cualquier precio, aunque ello sea a costa de eliminar, anular, maltratar o degradar a quien hasta ese momento ha sido un empleado competente. La envidia o los celos, acompañados por la insensibilidad, cuando no por la mediocridad, con frecuencia se ceban en alguien  valioso, que puede hacerle sombra o quitarle el protagonismo que ese jefe indeseable, por lo general más inepto que el subordinado competente, no se puede ganar en base a su competencia profesional y humana.

Y el resultado suele ser, si el empleado no es resiliente o fuerte mentalmente, que donde había un trabajador contento, satisfecho y productivo o bien cursa baja laboral o se hunde o tiene que marcharse de la empresa, si es que no le despiden sin argumentos sólidos. El resultado es perjudicial para la empresa y un desastre para la víctima que no entiende, que no puede entender ese cambio perverso.

Si la víctima, no suele ser el caso, tiene buenos contactos con otro estamento superior a su jefe y ese estamento le comprende y apoya puede amortiguar el desgaste y el impacto sufrido. Pero frecuentemente lo que suele ocurrir es que el jefe superior no quiere complicarse y o bien se hace el desentendido o no quiere conflictos o bien rehúye enfrentarse a ese jefe cruel o bien deja que la situación se deteriore, porque le resulta más cómodo.

He visto y conocido varias personas destrozadas e indefensas por esa incomprensible actitud lo que redunda en una perdida de la autoconfianza y la autoestima, llegando a dudar de si mismos y de su competencia.

No es fácil manejar la situación e impermeabilizarse diariamente y no sufrir desgaste pero, si se quiere seguir, no queda más remedio que separar la persona del rol, de la función dejando en el aparcamiento la persona con sus sentimientos y entrando por la puerta de la empresa el rol que desempeña. Es decir entrando por la puerta el encargado de, el contable, el comercial, el responsable de almacén o el  electricista por poner tan solo unos ejemplos. Los roles ni sienten ni padecen. En esos casos tristes tienes que actuar como el responsable de la función que desempeñas, no como fulano de tal, con sentimientos, al menos en el trabajo si el clima laboral te es adverso. Es difícil pero absolutamente necesario para sobrevivir. Cabe usar la venganza, pero no suele ser aconsejable por tener negativos efectos, aunque uno descargue su frustración u odio. Cabe marcharse pero a menudo no  es fácil encontrar enseguida otro trabajo. Lo que hay que salvaguardar en todo caso es la salud mental y la estabilidad emocional hasta que escampe, hasta que haya cambios, como a veces ocurre. De todas formas es siempre lamentable.

Todo menos hundirse que es precisamente el deseo más sincero que abrigan esos réprobos jefes, encargados e incluso compañeros, que haberlos, haylos, vive Dios y más de los que nos parece.

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