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Esperanza Ortega

Las cosas como son

Curiosidades filológicas

En el Alborg, el manual de Historia de la Literatura española que utilizábamos los estudiantes de Filología Románica hace ya algunos años, aparecía Gastón París como el mayor defensor de la teoría del origen francés de la épica española. La influencia francesa habría penetrado a través de las historias que contaban los peregrinos del camino de Santiago. Hablando de Santiagos, recuerdo que Santiago de los Mozos, el mejor profesor que tuve en la carrera, nos explicaba con mucha sorna por qué Gastón París negaba lo que parecía evidente: el origen germánico de la épica medieval. Temía que la teoría del origen germano pudiera afianzar la idea del nacionalsocialismo alemán, según la cual la raza aria no era únicamente la más rubia y musculosa, sino también la más creativa. Gastón París, haciendo honor a su apellido, no les quería dar esa satisfacción precisamente cuando el nazismo estaba incendiando la gran cultura europea. Pero este ilustre filólogo no fue el único que tergiversó la verdad por razones ideológicas. De una manera mucho más burda, recuerdo que cuando era niña las monjas del cole me explicaban que en España se hablaba una única lengua, la española, y un montón de dialectos: el catalán, el gallego, el andaluz, el vasco, el asturiano… Yo me preguntaba por qué los catalanes dirían “ells” en vez de ellos o  los gallegos “miña” en vez de mía, con lo fácil que era decirlo bien, pero así era la torpeza humana, inexplicable. Aunque parecía más inexplicable todavía que en las provincias vascongadas se hablara en ese galimatías que no se asemejaba en nada a la lengua española, de la que, según me explicaban, el vasco derivaba sin ninguna duda. De eso me acordaba yo cuando, hace unos diez años, participé en la elaboración de los libros de texto de la ESO de una conocida editorial. Al llegar al tema de “Las lenguas de España”, en la editorial nos advirtieron que no podíamos decir que el catalán y el valenciano son dos variedades de una misma lengua, pues ningún colegio valenciano recomendaría un libro en el que no se afirmara que el valenciano era una lengua autónoma, casi revelada por Dios mismo. ¿Tendría que escandalizarme ahora porque haya leído que en Aragón y en Cataluña han galardonado por partida doble a un filólogo que afirma que el catalán ya se hablaba hace 2200 años, antes de que los romanos llegaran a España? En absoluto, a eso y a cosas peores estamos acostumbradas algunas desde la infancia. Efectivamente, Artur Quintana, que defiende la tesis de que, cuando los romanos llegaron a España, se encontraron con que en la zona noroeste ya se hablaba catalán, fue galardonado con la Creu de Sant Jordi que le otorgó Carles Puigdemont, y con el premio Desideri Lombarte que le otorgó Javier Lambán, presidente de Aragón. No sabemos si en Heidelberg, en cuya Universidad Quintana ha impartido clases de Lengua y literaturas catalanas, se lo habrán creído. Pero seguro que los estudiantes un poco avisados todavía se están riendo por lo bajines. ¡Ay, Señor! ¡Y qué bien nos vendría a todos un pellizco de risa bienhechora, en este país y en este mundo cada día más deprimente!. Aquí, en España, la banda de Rajoy celebra de nuevo su éxito, y si miramos más lejos, vemos la multitud de refugiados que se apresta a pasar otro invierno horrible, entre ellos los cientos de niños que cosen en Turquía, en condiciones de esclavismo, la ropa que los muchachos guais de Occidente encontrarán en el árbol de Navidad. Para morirse de… ¿risa?

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Sobre el autor

Esperanza Ortega es escritora y profesora. Ha publicado poesía y narrativa, además de realizar antologías y estudios críticos, generalmente en el ámbito de la poesía clásica y contemporánea. Entre sus libros de poemas sobresalen “Mudanza” (1994), “Hilo solo” (Premio Gil de Biedma, 1995) y “Como si fuera una palabra” (2007). Su última obra poética se titula “Poema de las cinco estaciones” (2007), libro-objeto realizado en colaboración con los arquitectos Mansilla y Tuñón. Sin embargo, su último libro, “Las cosas como eran” (2009), pertenece al género de las memorias de infancia.Recibió el Premio Giner de los Ríos por su ensayo “El baúl volador” (1986) y el Premio Jauja de Cuentos por “El dueño de la Casa” (1994). También es autora de una biografía novelada del poeta “Garcilaso de la Vega” (2003) Ha traducido a poetas italianos como Humberto Saba y Atilio Bertolucci además de una versión del “Círculo de los lujuriosos” de La Divina Comedia de Dante (2008). Entre sus antologías y estudios de poesía española destacan los dedicados a la poesía del Siglo de Oro, Juan Ramón Jiménez y los poetas de la Generación del 27, con un interés especial por Francisco Pino, del que ha realizado numerosas antologías y estudios críticos. La última de estas antologías, titulada “Calamidad hermosa”, ha sido publicada este mismo año, con ocasión del Centenario del poeta.Perteneció al Consejo de Dirección de la revista de poesía “El signo del gorrión” y codirigió la colección Vuelapluma de Ed. Edilesa. Su obra poética aparece en numerosas antologías, entre las que destacan “Las ínsulas extrañas. Antología de la poesía en lengua española” (1950-2000) y “Poesía hispánica contemporánea”, ambas publicadas por Galaxia Gutemberg y Círculo de lectores. Actualmente es colaboradora habitual en la sección de opinión de El Norte de Castilla y publica en distintas revistas literarias.