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Esperanza Ortega

Las cosas como son

La vergüenza

La primera acepción de vergüenza que encontramos en el diccionario es la de “sentimiento de pérdida de la dignidad por una falta cometida”, es decir, que la vergüenza no es más que una expresión peculiar del sentido de culpa. Y los primeros avergonzados fueron Adán y Eva tras haber probado el fruto del árbol prohibido.  Aunque para ser más precisos, lo que dice el Génesis es que se avergonzaron cuando, mirándose el uno al otro, se dieron cuenta de que estaban desnudos, es decir, descubiertos. La idea es que el ser humano esconde siempre algo para sí, algo que se debe tapar y que, en el caso de ser descubierto, le lleva a él mismo a ocultarse, para que no se refleje su rostro en el espejo del mundo. Me hacía yo estas reflexiones mientras oía al fiscal Moix dar sus explicaciones sobre los obstáculos que ha puesto en la investigación del caso de Ignacio González. Pero el señor Moix se ve que no tiene ningún sentimiento de vergüenza, ni siquiera  cuando su nombre aparece en las conversaciones entre González y Zaplana calificándole como un tipo de lo más conveniente para ellos. El fiscal no se inmuta, se encoge de hombros, como diciendo ¿Y a mí qué me importa? Bien sé que legalmente nada pueden contra mí; como yo no me miro nunca al espejo, nunca veré la verdad desnuda. Quizá esta actitud es propia de quien sabe que entre lo legal y lo moral hay un gran trecho y que nada vale la verdad si no puede ser demostrada. ¿Se acuerdan del señor Pujalte?,  contestó a quién le preguntaba si le parecía ético su comportamiento: “no será ético, pero es legal”. Y se fue tan contento, a seguir disfrutando de la vida. Sin embargo, hay algo que no me cuadra en el argumento de esta historia. Puedo entender que unos empresarios mafiosos extorsionen para sacar beneficio, puedo entender también, -antes me costaba hacerlo, pero ahora lo tengo completamente asumido- que un grupo inmenso de politicastros  se corrompa,  pero me sigue pareciendo difícil  comprender que un jurista de la categoría profesional del fiscal que nos ocupa  proteja a estos mafiosos y politicastros. ¿Por qué iba a hacerlo? , ¿qué ganaría con ello?. Quizá esto me ocurre porque mi educación moral no se funda en las lectura de la ética de los filósofos  sino en el ejemplo de los protagonistas de las novelas de aventuras que leí en la adolescencia –no nos ofrecían nuestros educadores otros ejemplos de bondad o heroísmo-.  Me refiero a los libros de Dumas o de Walter Scott, por citar dos cimas en el género.  En aquel territorio de ficción se vivía y se moría por defender la verdad y no había pérdida más grave que la del honor ni mayor satisfacción que la de haber cumplido con la palabra dada. En cambio, en el mundo real, a la mentira se la llama posverdad. Da igual que sea Trump, Maduro o Kim Jong-un u otro personaje más cercano a nosotros,  sigo sin explicarme que deseen pasar a la Historia en el papel de Juan sin Tierra.  Adán y Eva se taparon al ser descubiertos, estos personajes que nos rodean exhiben sus vergüenzas sin pudor. Solo se me ocurre que lo hacen porque saben que con esa actitud acabarán ganando las elecciones. A ellos parece dedicado este pensamiento de Simone de Beauvoir: “Lo más escandaloso que tiene el escándalo es que uno se acostumbra”.  

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Sobre el autor

Esperanza Ortega es escritora y profesora. Ha publicado poesía y narrativa, además de realizar antologías y estudios críticos, generalmente en el ámbito de la poesía clásica y contemporánea. Entre sus libros de poemas sobresalen “Mudanza” (1994), “Hilo solo” (Premio Gil de Biedma, 1995) y “Como si fuera una palabra” (2007). Su última obra poética se titula “Poema de las cinco estaciones” (2007), libro-objeto realizado en colaboración con los arquitectos Mansilla y Tuñón. Sin embargo, su último libro, “Las cosas como eran” (2009), pertenece al género de las memorias de infancia.Recibió el Premio Giner de los Ríos por su ensayo “El baúl volador” (1986) y el Premio Jauja de Cuentos por “El dueño de la Casa” (1994). También es autora de una biografía novelada del poeta “Garcilaso de la Vega” (2003) Ha traducido a poetas italianos como Humberto Saba y Atilio Bertolucci además de una versión del “Círculo de los lujuriosos” de La Divina Comedia de Dante (2008). Entre sus antologías y estudios de poesía española destacan los dedicados a la poesía del Siglo de Oro, Juan Ramón Jiménez y los poetas de la Generación del 27, con un interés especial por Francisco Pino, del que ha realizado numerosas antologías y estudios críticos. La última de estas antologías, titulada “Calamidad hermosa”, ha sido publicada este mismo año, con ocasión del Centenario del poeta.Perteneció al Consejo de Dirección de la revista de poesía “El signo del gorrión” y codirigió la colección Vuelapluma de Ed. Edilesa. Su obra poética aparece en numerosas antologías, entre las que destacan “Las ínsulas extrañas. Antología de la poesía en lengua española” (1950-2000) y “Poesía hispánica contemporánea”, ambas publicadas por Galaxia Gutemberg y Círculo de lectores. Actualmente es colaboradora habitual en la sección de opinión de El Norte de Castilla y publica en distintas revistas literarias.