“Auschwltz. No hace mucho. No muy lejos”, así se titula la exposición sobre el infausto Campo de Concentración nazi, que se inaugurará en Madrid dentro de unos días. “El mundo se mueve hoy en direcciones inciertas”, dice el director del Museo Estatal de Auschwitz-Birkenau, y continúa: “por eso necesitamos, cada vez más, apoyarnos en los fuertes pilares de nuestra memoria”. ¿Qué les parece? Nada que ver con el alzheimer instaurado por las autoridades españolas con respecto a los muertos de la Guerra Civil. Y yo me pregunto, ¿por qué apoyarnos en los pilares del Holocausto para despabilar nuestra memoria adormecida? ¿No sería más acertada una exposición de este tipo en el Monasterio de San Marcos de León, hoy convertido en cómodo Parador Nacional y ayer cárcel de 7000 prisioneros republicanos, de los que más de 2000 fueron fusilados?, ¿o del Valle de los Caídos, donde cayeron tantos tantos? Camposancos, Costuera, Cartuja de Porta Coeli, La Corchuela, los Almendros no son nombres de privilegiados destinos turísticos sino de lugares donde hubo Campos de Concentración en los que se encerraron alrededor de medio millón de reclusos. Organizados bajo la supervisión del general Paul Winzer, jefe de la Gestapo en España, nada tenían que envidiar estos Campos a los de la Alemania nazi, sobre todo por los desvelos de Camilo Alonso Vega, que dedicó su vida a vigilarlos y administrarlos. Sin ir más lejos, en Palencia, muchos hemos firmado la petición promovida por José Luis Castaño de que la Cárcel Antigua, hoy en desuso, se dedicara a Centro Cultural, con un apartado especial en recuerdo de Miguel Hernández, que estuvo internado dentro de sus muros en 1940, antes de ser trasladado primero a Ocaña y después al Reformatorio de Alicante, donde murió. ¿Y saben a qué lo han destinado? ¡A Museo de la Policía Nacional! El objetivo último de la Exposición de Auschwitz es, en palabras de su comisario, “mostrar al gran público cómo ese lugar llegó a existir y el modo en que su existencia afecta aún hoy a nuestra visión del mundo y de nosotros mismos” Pues me parece muy bien, pero más afecta todavía nuestra propia historia, enterrada deliberadamente -¿a cuántos metros bajo tierra?- Sí, los trabajadores de TVE han denunciado que no se haya permitido informar de la exhumación y entierro de los restos del sindicalista Timoteo Mendieta, asesinado hace 78 años por las tropas franquistas en Guadalajara. Este acto de justicia, al que ha podido asistir su viuda, se ha producido gracias a la intervención de la Corte Argentina y ha tenido una repercusión internacional, aunque la TVE no haya parecido percatarse. Tampoco se percató Rajoy de que Salvador Moreno, el marino que daba nombre a la calle donde vivió en Pontevedra, c bombardeó sin clemencia con el acorazado Canarias a la población civil que huía desde Málaga en la famosa “desbandá”, actuación considerada como crimen de lesa humanidad. Tampoco debe de conocer nuestro Presidente a Rosalía de Castro, cuyo nombre figura ahora en la calle que él sigue llamando Salvador Moreno. ¿O sí que los conoce? ¿Se imaginan que en Alemania un dirigente político presumiera de que sigue llamando calle Goebbels a la calle Goethe? Pues imagínenselo, porque eso ha ocurrido no hace mucho, no muy lejos, sino hace unos días, aquí mismo.
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