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María Eugenia

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Crónica de una portabilidad accidentada

Me rindo. Adiós. No es que no lo haya intentado, de verdad. Tres veces en concreto. Tres veces he llamado al 1410 de Vodafone para intentar hacer un cambio de dirección en un envío y no ha habido manera, que todavía no saben que empresa de transportes lleva, me dicen.

Vale. Me he adelantado. Me explico. Hace 15 días que hablé con un comercial de Vodafone muy amable que me ofrecía una superoferta: un LG G3, un maquinón, llamadas ilimitadas y 4 gigas de Internet por unos 49 euros al mes, 37 euros los 6 primeros meses. Hasta el momento pagaba unos 50 (o más) después de dos años con Yoigo. Además, podría tener un ‘smartwatch’ de LG, dos años de Yomvi familiar gratis y 30 euros de gasolina. Y lo mismo hasta se me olvida algo. Todo muy bien muy bonito, como siempre que veden soy muy consciente de ello. He hecho varias portabilidades, una de ellas, por ciento con Vodafone, y nunca he tenido problemas… hasta ahora. Las cosas se torcieron cuando me mintió sobre la fecha de entrega del terminal y, por ende y lo que es más urgente, de la nueva SIM.

El comercial me dijo, aunque he llegado dudar de ello, que el nuevo teléfono con sus añadidos me llegarían el jueves siguiente a la dirección que le diera. La de mi casa, claro, que ese día yo no tenía que trabajar así que estaría disponible para recogerlo ya que “solo lo podía recibir yo”. Bien.

Mi descanso pasó y el paquete no llegó. Primera llamada al 1410 para preguntar por el estado. “Todo bien” me dicen pero el envío no se hará, por lo menos, hasta pasados 7 días. Además, me avisarían por SMS de cuando se realice la portabilidad. Sorpresa, estupor, mente a mil para ver cómo podía apañármelas para recibir yo personalmente el paquete.  Decidí esperar a recibir el maravilloso SMS de advertencia.

Lo recibí el lunes día 21 de julio. La portabilidad se haría en la madrugada de 23 de 2:00 a 4:00 de la madrugada. Nueva llamada al 1410 para intentar buscar una solución. Después de hablar con la máquina correspondiente y 10 minutos de espera o más con musiquita (esto ha pasado todas las veces que he llamado, es práctica habitual en todas las compañías), me atiende una señorita. Le doy mis datos: DNI, nombre, número de la línea… le cuento mi vida que si lo puede recibir otra persona que yo autorice y me dice que no, que si me puede confirmar la hora a la que lo van a enviar, tampoco. Por fin, le cuento que si puedo hacer un cambio de dirección, poner la de mi trabajo.

Cuando parecía que llegaba la luz al final del túnel y de algunos titubeos con mi sugerencia me dice que lo puede intentar. La alegría dura poco cuando me comenta que la “empresa de mensajería no está asignada todavía”. “Llama más tarde”. Como soy una chica obediente y puntual volví a llamar al día siguiente. Nueva señorita y vuelta a empezar.

En esta ocasión la conversación fue más corta. Resulta que empresa seguía sin estar puesta en el sistema (o eso le entendí, porque no comprendía demasiado). En fin. Entre tanto recibo la llamada de mi compañía actual. Y como tengo un espíritu suicida incontrolable decidí dar marcha atrás en la portabilidad. ‘Craso error’. Una hora no es tiempo suficiente para arrepentirse, inocente de mi.

Mi compañía me dio un código para que llamara a Vodafone y cancelara el traslado de la línea y no fui capaz. Después de 45 minutos al teléfono esperando a que alguien se dignara a recoger la llamada me rendí. Eran las 14:20 y hacía ya 20 minutos que había vencido mi plazo para echarme atrás.

Llantos, lamentos, histerismo. Era presa de la desesperación más absoluta. Sé que quedarse sin teléfono no es el fin del mundo. Decidí volver a comunicarme con Yoigo a ver si pasaba algo, si me iban a cobrar doble o algo así. A estas alturas recordaba todos los textos leídos en Internet sobre experiencias de usuarios con este tipo de cosas y me veía en la OCU llorando como una desesperada. Allí, una amable señorita me dijo que no, que no iban a hacer eso y me ofreció hacer una “retroportabilidad” a esas alturas de la vida lo único que quería era que me dejaran en paz, no tener que volver a llamar y tener que estar media hora esperando… bendita inocencia.

A partir de ese momento todo se me vuelve confuso. Vodafone me llamó sobre las 20:30 de la tarde para comunicarme el envío, iba en el coche así que no pude atenderlo. Visto que yo no cogía el móvil llamaron a mi segundo teléfono de contacto: el pedido se entregaría de 9 a 11. Volví a intentar comunicarme con Vodafone a las 21:04 pero después de más de media hora escuchando que todas las líneas estaban ocupadas me rendí.

A las 23:00 h, mi segundo teléfono de contacto recibió un SMS con, por fin, un número de referencia, una contraseña y un teléfono de contacto. Y atención: ese teléfono de contacto era el de la empresa de paquetería. Lógicamente a las once de la noche no había nadie para solventar mis dudas. Tendría que esperar a las 8 del día siguente.

Dicho y hecho. Recién levantada, con la legaña pegada al ojo llamé desde el fijo (móvil ya nada, estaba hecha la portabilidad) al número en el que me atendieron muy amablemente y me dijeron que no podían ni cambiar la dirección de envío ni entregar el paquete a otra persona. “Es política de Vodafone”. Pero al menos por fin tuve una solución: ir yo a recogerlo al mediodía.

Y fin de la historia. Es curioso pensar que todo esto ha sido por intentar cambiar una dirección postal algo que, en principio, no debería ser un problema. Parece que a las compañías de telefonía no les sientan muy bien los cambios de opinión.

Seguramente todo esto sea legal: el mareo, los tiempos de espera, la pésima atención al cliente… pero lo que está claro es que después de la permanencia huiré de Vodafone como de la peste (vale, se que todos son iguales, pero unos son más iguales que otros), iré a The Phone House (prometo que no me pagan) y lo más importante: nunca, jamás en la vida haré una portabilidad por teléfono.

Como las empresas de telefonía copan las quejas de los consumidores seguro que tú también has tenido tu problema. ¿Nos lo cuentas?

"La admiración es lo opuesto a la comprensión" Aizen (Bleach)

Sobre el autor

Me llamo María Eugenia García y soy redactora-editora de nortecastilla.es. Me gusta (casi) todo lo que tenga que ver con cómics, manga y anime y a eso dedico este blog.


julio 2014
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