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Eduardo Roldán

ENFASEREM

A toda máquina

Los gigantes de Ray Gelato saltaron a la tarima del escenario de Universijazz con la sonrisa puesta, anticipo facial de lo que, musicalmente, estaba por venir. Desde un acelerado As times goes by hasta una rendición de La vie en rose finalizada con una fanfarria a cuatro vientos que supuso uno de los momentos álgidos de la noche —scat sonriente a la salud de Louis Armstrong incluido—, el septeto se entregó sin descanso, al punto de no hacer la pausa intermedia que más de uno esperaba para ir al baño o reponer fuerzas. Como corresponde al líder, Gelato se reservó para sí las intervenciones más largas —los solos del resto no excedieron de los dos o tres chorus máximo; no era cuestión de andarse por las ramas con exploraciones modales de quince minutos—, y con esa su segunda voz que es el tenor mostró un sonido potente y aterciopelado, que en el plano improvisador se permitió más audacias y un fraseo más libre que con la voz, como por otro lado es lógico, pues su voz vocal, valga la redundancia, inevitablemente está atada a las letras de cada tema.

Con una puesta en escena donde el gag visual es complemento inseparable del discurso musical y unos chispeantes arreglos instrumentales y vocales, Gelato & cía. tratan en todo momento de hacer honor al principio inmortal de Duke Ellington: no vale un carajo si no tiene swing. Los gigantes de Gelato son una locomotora perfectamente engrasada, cada uno de sus integrantes consciente en todo momento del papel que le toca jugar, y disfrutando con ello. Y eso se nota. La propuesta retro/revival, que puede parecer un punto demasiado complaciente, con un barniz quizá demasiado espeso de brillantina, puede gustar más o menos, pero desde luego lo que no se le puede es negar la honestidad. Ofrecen un producto acotado muy específico, y uno puede aceptarlo o no —personalmente, a mi temperamento le termina fatigando—, pero si se decide a hacerlo puede tener la certeza de que no le van a dar jugo de uva desestructurado por champán, machaconería por swing. No esperan epatar a nadie con armonías ni arreglos disonantes, no esperan que el respetable alce las cejas ni frunza el ceño por no saber si se halla ante una audacia genial o una impostura mayúscula. El respetable espera algo y eso, más o menos pulido, con mayor o menor brillo según la inspiración de la noche, es lo que obtiene; y encontrarse con que la realidad se ha acomodado a la idea que uno se había hecho resulta, si la dicha es buena, siempre confortable.

No se le reproche pues a Gelato que >. Entretener no es poca pretensión, y conseguirlo no es logro menor; si algo entretiene supone que se ha establecido una comunicación entre la fuente y el receptor. Ojalá más de los autodenominados artistas consiguieran entretener con mayor frecuencia. Ayer, los alaridos, coreos y aplausos de despedida del público en Valladolid indicaban que la locomotora-Gelato había alcanzado tal logro.

(El Norte de Castilla, 19/7/2012)

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Columnas, reseñas, apuntes a vuelamáquina... El autor cree en el derecho al silencio y al sueño profundo.


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