>

Blogs

Eduardo Roldán

ENFASEREM

Fronteras que franquear

Con el sol en la boca se estructura en dos partes y una coda y se construye en torno a una cesura: la que divide esas dos partes. En la primera se nos expone la resolución del protagonista del relato, Roberto ‘el Tano’ Castiglione, de rajarse, de romper con una rutina cada vez más opresiva, rutina fundada a medias entre las sospechas —una posible infidelidad amorosa— y el hastío —trabajos intermitentes y precarios, unos estudios universitarios sin horizonte—, romper y largarse a otro lugar; dónde está por verse: lo único claro es que esté lejos. Esta idea que al comienzo rumia entre humo de cigarrillos y asados conversados, como uno de esos pájaros que alguna vez nos cruzan la cabeza pero que al final nunca atendemos, va tomando presencia lenta pero invenciblemente, como una bola de nieve que  gana velocidad colina abajo hasta que al final se encuentra con un tronco y explota. Con esa explosión concluye la primera parte.

En ella Matías Néspolo opta por un narrador omnisciente, con una tercera persona en la que sin embargo introduce aquí y allá ecos similares a los obtenidos con la voz en primera, en un uso del estilo indirecto libre fascinante; es una voz casi telegráfica, con una sintaxis de frases quebradas como uppercuts al hígado que recuerda al Raúl del Pozo de Noche de Tahúres o a un Gabriel Albiac. El único pero que puede ponerse a esta arriesgada y atractiva apuesta es que en ocasiones el uppercut final, normalmente un adjetivo, con que remata la frase precedente resulta ocioso, no aporta nada o muy poco a lo dicho: >; >. Asimismo destaca ya desde el comienzo el uso de vocablos y expresiones propios del español de Argentina, con predilección por los giros de la jerga porteña que los personajes, de alto nivel intelectual, manejan con la soltura o deliberada intención de un estibador o un proxeneta, en un registro híbrido culto/llano interesantísimo.

La segunda parte acontece tres meses después de la comentada explosión, de la toma de decisión del Tano que pone fin a la primera. Toda esta segunda parte se dirige a tratar de dilucidar/explicar qué ha ocurrido en ese tiempo de paréntesis, y por qué. La voz vira aquí a la primera persona, pero es una primera persona plural, una suerte de coro griego en que cada uno de los miembros —salvo, muy sabiamente, el protagonista del relato— da su versión de los acontecimientos. Brizuela, Verónica, Genaro el hermano del Tano, Mercedes la Negra y Movie intentan llenar ese gran hueco que el Tano ha dejado, en una sinfonía —en un contrapunto— de voces que evocan algunas novelas de Faulkner pero, sobre todo, al gran Rashomon de Kurosawa. Elección dramática acertadísima, no hubiera importado quizá una diferencia más acusada en el tono, en la forma de expresarse de cada uno de los cantantes, así como, ocasionalmente, un rebaje en el grado de fabricación del discurso mental (resulta un poco chocante el que alguien piense naturalmente en > y no en un > o un >, más aun cuando antes se le ha visto manejar con fluidez un registro oral mucho más llano).

La voz del Tano se reserva para una tercera parte que como se ha dicho es más una coda que una parte, y que supone otro paréntesis antes del nuevo viaje que tiene previsto acometer, con una nueva frontera que franquear. El Tano pues de momento vaga, y en el propio vagar se halla el sentido del movimiento, al menos hasta que encuentre otro sentido: franquea fronteras físicas que son también fronteras mentales. No es difícil ver en Roberto Castiglione un trasunto de Horacio Oliveira, un pre-Oliveira —más joven, con aún por cruzar el Atlántico, con también un hermano anclado en el trabajo fijo y la familia— y a sus compañeros de asados como una suerte de Club de la Serpiente —la Negra quizá como la Maga—; incluso la estructura tripartita (Primera parte / Segunda parte / Otra parte) semeja la de la famosa novela de Cortázar (Del lado de acá / Del lado de allá / De otros lados), pero son concomitancias que no minoran en nada la personalidad de la propuesta de Néspolo, y además las influencias están para abrazarse.

Con el sol en la boca es así una novela más que disfrutable, para tomar a sorbos pausados y por la que sin duda muchos lectores apuntarán el nombre de su autor como escritor a seguir.

(La sombra del ciprés, 6/6/2015)

@enfaserem

bloc digital de Eduardo Roldán - actualidad, libros, cine y otros placeres y días

Sobre el autor

Columnas, reseñas, apuntes a vuelamáquina... El autor cree en el derecho al silencio y al sueño profundo.


junio 2015
MTWTFSS
1234567
891011121314
15161718192021
22232425262728
2930