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Jaime Rojas

La canaleja, crónica social de Segovia

Bárcenas habitó entre nosotros

Bárcenas estuvo aquí, en Segovia. Así dicho carece de importancia, porque el ex tesorero del PP podía haber visitado esta tierra como lo hacen miles de personas todos los años en busca de nuestras joyas patrimoniales y de otro tipo. Sin embargo, cuando digo que estuvo aquí no me refiero a que alguna vez haya estado físicamente, que lo desconozco, sino que casi llegó a habitar entre nosotros como padre de la patria. Casi nada, como un turista cualquiera, vaya.
Me explico. Corría finales de 2003 y se avecinaban elecciones generales en marzo del año siguiente. El PP, del que todavía Bárcenas no era tesorero, ya vendía a su candidato Mariano Rajoy como el designado por el dedo divino de Aznar, quien con un criterio inédito decidió que no iba a optar a otro mandato más, después de ocho años en la Presidencia del Gobierno. Estaba el PP entonces con sus dudas sobre el previsible resultado ajustado en las urnas por los erosionantes asuntos del ‘Prestige’ y la guerra de Irak.
Y aquí en provincias, donde casi todo llega más tarde y ya tamizado y sin fuerza, y donde los cambios son siempre más lentos, los populares elegían a sus candidatos. Para el Congreso, en el que siempre obtienen dos de los tres diputados en liza, Jesús Merino y Javier Gómez Darmendrail se perfilaban como los seguros afortunados. Pero surgió la duda y gracias a los movimientos del primero y con la idea de desbancar al segundo –parlamentario en Madrid desde hacía ya tres lustros– se produjo un terremoto en la casa provincial del PP. La agitación sísmica consistía en traer un cunero, de nombre Luis Bárcenas, para que ocupara el segundo puesto de la lista a la Cámara Baja y deshacerse del segoviano Darmendrail, que ya llevaba mucho tiempo en el sillón.
Sí, han leído bien. Ese era el Bárcenas al que todos conocemos hoy más que al vecino de la puerta de al lado. Es ese que se cuela en nuestras casas todos los días y del que nos cuentan que tiene 22 millones de euros en un paraíso fiscal, que debe ser como el edén de Adán y Eva pero con euros o dólares en lugar de manzanas. Sí, es el Bárcenas de la caja B –de Bárcenas, claro–, el tipo este al que le han ido tan bien los negocios que ha sido capaz de amasar en poco tiempo tan extraordinaria fortuna, que usted, yo y nuestros deudos no lograríamos en milenios. Con un par, qué lince, y no estos empresarios que están tontos y se acogen a concursos de acreedores y hablan de morosos para justificarse. Aquí iba a venir el paladín de la economía de mercado para enseñarnos cómo se representa a un pueblo y una tierra que es un paraíso no fiscal sino de belleza. Nos iba a redimir de nuestros males e iba a defendernos en Madrid como corresponde: con la pasta por delante.
Pero a última hora el aterrizaje del paracaidista se desvió unos cientos de kilómetros y se produjo en Cantabria, donde allí sí le acogieron para ser senador. Es de Huelva, pero bueno da igual que siente sus posaderas en Segovia o en Santander, que los políticos nacen y sobre todo se hacen donde quieren. ¿Se imaginan que el asunto hubiera prosperado? Ahora seríamos protagonistas, con el circo de la tele acosándonos por la calle para preguntarnos si pagaba en los bares con billetes grandes y otras inteligentes cuestiones de ese calibre que suelen plantear los llamados reporteros.
Y ahora tenemos que conformarnos con saber esto que les cuento, que habitó entre nosotros de forma virtual, en la cabeza de algunos. Y de esos polvos de hace casi un decenio vinieron los lodos de la gresca en el PP en los siguientes años. Porque unos querían la opción A y otros la B, la de Bárcenas.

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Sobre el autor

Jaime Rojas, delegado de El Norte de Castilla en Segovia, nos contará, todos los domingos, la crónica social de Segovia, capital y provincia.


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