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Jaime Rojas

La canaleja, crónica social de Segovia

Emociones electorales

Emoción asegurada, decía con los ojos saltones un compañero de colegio cada vez que llegaba el inolvidable momento de la entrega de notas. Más que emocionante era inquietante, aunque cada uno sabía más o menos cómo le había ido el asunto con escaso margen de error. La frase nadie se la quitaba al tipo, Javi para más señas, y la repetía ante el cabreo enorme de todos,  algo más leve por mi parte ya que bebía los vientos por su hermana y no me convenía enemistarme. Pero bueno, esa es otra historia.
Y la emoción también está asegurada –como ocurre siempre desde hace 35 años–, en las elecciones municipales en Segovia. Aquí igualmente es inquietante para los elegibles, aunque de la misma forma que pasaba con las entonces llamadas evaluaciones los afectados se imaginan el resultado. Y como en las notas, siempre hay sorpresas y lo que creías que ibas a aprobar se convierte en un suspenso que te deja embargado no por la emoción, sino por la mala leche. Es lo que tiene depender de la bendita voluntad de terceros, de esas decenas de manos que introducen las papeletas en las urnas.
Segovia es ciudad de pocas emociones, donde la rutina de capital de provincia es un estado de ánimo permanente. Casi nada nos saca de nuestro dormitar perenne, de nuestros hábitos corrientes, de nuestro caminar pausado y con las manos cruzadas en la espalda. Somos de costumbres más bien sosegadas hasta que llega el momento de elegir alcalde. Ahí sí que nos entregamos a emociones fuertes, nos olvidamos de la tranquilidad y como si nos pusiéramos de acuerdo entre los miles de votantes fabricamos un resultado apretado y que condicione el mandato. Y así cada cuatro años.
La próxima, en mayo, no es una excepción para trastorno de quienes han elegido el denostado oficio de político. No hay forma de que les demos un respiro a los pobres. Qué dura es la vida. Y la previsión es aún más enrevesada que en ocasiones anteriores, que ya es decir. A los tradicionales inquilinos de la Casa Consitorial pretenden unirse unos aspirantes inéditos en eso de ocupar escaño. UPyD, que estuvo cerca de lograrlo hace cuatro años, Ciudadanos –ese que el PP llama partido catalán para que no le robe los votos de centro– y lo que salga de Podemos, que está por ver.
Si todos consiguen representación, además de los clásicos, el galimatías puede batir las plusmarcas establecidas en legislaturas anteriores, donde la mayoría absoluta ha sido un bien escaso. Posibilidades hay de que cualquiera de ellos sea el Peñalosa de los próximos cuatro años. Con millar y medio de sufragios se obtiene un concejal y eso anima a los pequeños a lanzarse a la arena a combatir con los leones que dominan el circo.
Y, aparte de esta oportunidad para formaciones jóvenes, la cita posee otra peculiaridad: la presencia de varias mujeres a la cabeza de las listas. Sí o sí parece que tendremos alcaldesa, como la ha habido por primera vez este último año tras la dimisión del mediático Arahuetes. Es lo más probable, aunque ya saben que en asuntos municipales nos gusta la adrenalina. Y ahora con tanto donde elegir, aún más. Menuda papeleta. Si lo viera mi compañero del cole no podría reprimirse y decir su puñetera frase. Y yo tampoco me privaría de darle una buena colleja, como quieren hacer los partidos pequeños a los grandes.

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Sobre el autor

Jaime Rojas, delegado de El Norte de Castilla en Segovia, nos contará, todos los domingos, la crónica social de Segovia, capital y provincia.


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