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Jaime Rojas

La canaleja, crónica social de Segovia

Cochinillo a lo loco

Con cochinillos y a lo loco podía ser un buen título para la próxima película de los inventores de la saga de los ocho apellidos. Triunfaría, al menos en las escasas y valientes salas segovianas. Porque argumento hay para mucho metraje con tantas y tan variadas propuestas turísticas y gastronómicas que jalonan la vida de la ciudad y de la provincia. Aquí todo lo relacionado con el asunto posee patente de corso para convertirse en un referente, calificativo que repiten hasta la saciedad organizadores, representantes institucionales y todo hijo de vecino que participe.
Cochinillos y algo más, claro, podría figurar en la sinopsis de la película, en la que se me ocurre pudiera figurar en los créditos algo así como interpretación coral, porque buscar un protagonista y su partenaire, como se decía en el tiempo en el que el cine era glamour en la pantalla y pipas en el patio de butacas, se antoja complicado. Vamos, que a ver quién es el guapo que le dice a un hostelero que a su colega del establecimiento de enfrente le han dado el papel principal y a él de secundario e, incluso, de triste extra al que pagan unos euros y un bocadillo. Me imagino el lío, con egos rotos y platos volando, para que después de trinchar el lechón se reinventen en arma arrojadiza.
Pues esa película ha logrado producirla, con más o menos incidencias, la voluntariosa asociación de camareros con su semana de turismo y gastronomía, a la que han apellidado con las palabras territorio y paisaje, que confiere un aire lírico entre tanta pitanza. Cosas de estos tiempos de innovación, en los que a veces también cabe la poesía. El largometraje ha sido un éxito de público y un dechado de bendito y ya conocido caos.
Les decía que el reparto era sin nombres, de muchos y variopintos personajes, pero perfectamente se podía incluir a dos, para que el espectador ponga cara a la producción. Y ambos se llaman Pablo –Martín y Gómez, o Bigotes y Pali para más señas– que bien pudieran estar en la línea de parejas históricas de la gran pantalla, en una mezlca entre el dúo Terence Hill y Bud Spencer y, si me apuran y por hacerlo más patrio, el que formaban Pajares y Esteso. Aventura y humor en una coctelera protagonizada por dos personas a las que adoro, como creo que le ocurre a la inmensa mayoría de los segovianos.
Con su cochinillo a lo loco, los Pablos darían un paso más en la promoción de esta tierra, en una carrera en la que llevan tantos años que ya no se concibe sin su presencia. Sin embargo, la película, un año más con final feliz, tiene en esta oportunidad un punto de amargura al saber que Pablo Martín, presidente de ese gremio tan nuestro que son los camareros, quiere poner el ‘the end’ a su trayectoria después de más de dos decenios. Él y su numeroso público ya hemos empezado a caer en un estado de melancolía al no concebir que no vaya a participar en más películas producidas en la meca del cochinillo. Su deseo es apagar las luces de la pantalla, aunque uno confía en que su inseparable compañero pueda convencerle. No están locos, sino que lo son, y por eso una nueva entrega es posible, porque el cine y los camareros son magia.canaleja-01-tanarro

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Sobre el autor

Jaime Rojas, delegado de El Norte de Castilla en Segovia, nos contará, todos los domingos, la crónica social de Segovia, capital y provincia.


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