Artículo de César Pérez Gellida pulicado en El Norte de Castilla el 10 de febrero de 2014.
De verdad que no es cierto que, a estas alturas, volando tan raso como nos dejan, el ciudadano no diga lo que piense aunque no piense lo que diga. Las recientes victorias de Gamonal y de la marea blanca son claros ejemplos. Sin embargo, me gusta pensar que no se ha perdido esa costumbre tan española de susurrar las verdades a gritos tras la barra de un bar.
Para tomarnos la primera no necesitamos preoperatorio, que siempre habrá un paciente esperando a entrar en quirófano, y sin anestesia: la sanidad, la educación, la clase política al completo, el paro por exceso o la Monarquía por defecto; y si nos fallan los citados, los imputamos –si el fiscal nos lo permite, claro–. Con los siguientes tragos desaparecen los temblores de las manos, entonces, agarramos el bisturí con pulso firme y, antes de que llegue la penúltima habremos extirpado el tumor o lo que tuviere el enfermo, que, ante la duda, más vale que no sobre. Y de sobres sabemos. El caso es operar. Y que lo suture el siguiente, que se me hace tarde.
Mañana me paso y te pago, en diferido.
Lo sé, no estoy siendo justo con muchos; presuntamente. Pero resulta que en esta cantina que hoy se inaugura tengo mayoría absoluta, que la gané en buena lid, con prevaricación y alevosía. Aun así, prometo generar buen ambiente, y consenso, que no siempre que se dice la verdad no se miente. Confabulemos, que es gratis; el vino sí se cobra. Ahora bien, es tinto de la tierra, del que afila las lenguas y aguza el oído, vino del que se mastica y paladea, del que hace soltar verdades con diente de sierra.
Porque en el vino está la verdad, decía Plinio, y llegó a viejo.
Abrimos solo los lunes, se fía el resto de días.
Sin límites de aforo ni horarios.
Reservado derecho de dimisión.
¡Sean todos bienvenidos!
Web: www.perezgellida.es
Twitter: @cpgellida