Artículo de Cesar Pérez Gellida publicado en El Norte de Castilla el 10 de marzo de 2014
Recientemente he leído que la ingesta de zumos de frutas no es nada saludable. Los de la bata blanca justifican tal afirmación basándose en lo pernicioso que supone para la salud la excesiva concentración de azúcar que estos contienen, equiparándolo al nivel los tan demonizados refrescos y demás bebidas carbonatadas. Al mismo tiempo, están apareciendo otras voces que alertan sobre el daño que está suscitando esa moda de beber agua cuando no se tiene sed. Se ha demostrado que la sobrehidratación, al margen de ser perjudicial para el sistema renal, produce una alteración en el equilibrio hidroelectrolítico que ocasiona un aumento considerable del tamaño de las células y, consecuentemente, del volumen del cerebro.
No se me descojone usted que le pongo de patitas en la calle.
Como le decía, la elevada presión intercraneal dificulta el flujo sanguíneo y provoca disfunciones severas en el sistema nervioso central que pueden originar estados comatosos o incluso la muerte. No en vano, un estudio médico realizado a los atletas que corrieron la última maratón de Boston reveló que el 13% de los participantes habían puesto en riesgo sus vidas por beber demasiada agua.
Paralelamente, cada vez son más los estudios científicos que sostienen que, el consumo de alcohol –moderado, debo subrayar–, resulta beneficioso para la salud. Anote: mejora el funcionamiento cardiovascular, reduce el riesgo de sufrir depresiones o ataques de ansiedad, retrasa el envejecimiento celular, aumenta la capacidad creativa e incluso reduce el absentismo laboral, entre otras muchas de naturaleza menos empírica.
Así pues, lo que era, no es.
Porque si la Universidad Católica de Campobasso certifica que consumir un máximo de cuatro bebidas alcohólicas al día reduce la probabilidad de morir por cualquier causa en un 18%…, ¿quiénes somos nosotros para pensar lo contrario?
Ahora la cuestión está en dilucidar si en el almuerzo de nuestros hijos debemos incluir un zumo de piña o una lata de cerveza.
Web: www.perezgellida.es
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