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Lo urgente era esperar

El Boletín Oficial sentenció esta semana lo importante: medidas contra la crisis, que no cesa


VALLADOLID. Julio va consumiendo días a una velocidad que no hay quien lo conozca. Como la política regional, que va consumiendo episodios y situaciones que van a marcar un futuro que se presenta, como mínimo, durísimo. Durísimo. Dejemos a un lado lo de las cajas. Si teníamos poco con los episodios de los últimos dos años sobre las integraciones internas “non natas”, ahora el sainete sobre el cuestionamiento del pacto de la fusión de las dos grandes, en el que se pone en tela de juicio que la presida quien acordaron hace medio año, es de los de toma pan y moja. Así están entretenidos un buen número de mentes pensantes que si dedicasen la energía que pierden en esos menesteres a buscar posibles salidas a la crisis o, al menos, posibles formas de hacer más llevadero este calvario económico, otro gallo le cantaría a esta comunidad.
Pero como no parece que sea así entre muchos de los que gobiernan ni entre muchos de la oposición (es más fácil hacer unas chuletillas asadas en el polo norte a temperatura ambiente que esperar una alternativa del actual PSOE; a ver si ese consumo rápido de días le ayuda al líder socialista, Óscar López, a pasar su particular calvario; nunca un líder opositor estuvo tan desasistido por sus propios correligionarios como López), ya se encarga el Boletín =ficial de la comunidad de poner las cosas en su sitio.
Esta semana que termina ha habido dos días, martes y miércoles, en los que el órgano de expresión gubernamental (lo que sale en boletín, “vox dei”) ha mostrado qué toca hacer. Si del Debate del Estado de la Región de los días 23 y 24 salió la idea de que la situación obliga a practicar una economía de guerra, el Boletín Oficial de Castilla y León se ha encargado de mostrar cuán duro va a ser 2011 y ya veremos si la cosa para ahí. El martes pasado se publicaba la orden de elaboración de los Presupuestos de la Comunidad para el próximo año, los que van a tener, como poco, 1.000 millones menos de euros que éste. Intocables las políticas de sanidad y servicios sociales. Y pare usted de contar. El dinero imprescindible para mantener los estándares mínimos de asistencia médica y planes educativos y a esperar a que escampe.
El miércoles, nueva orden con los recortes anunciados por Herrera para este segundo semestre. Economía de guerra. Durísima situación, no menos durísima respuesta desde el Gobierno regional que, no se olvide, es el que se encarga de gestionar las políticas más cercanas al ciudadano. Y mientras Zapatero, causante máximo de la situación, mirando para cualquier otro lado, menos para Castilla y León.
Marcar tiempos
Con los ríos de tinta que provocó la tan traída y llevada crisis de Gobierno -primero, reestructuración de organigrama regional-, la política regional ha llegado a un momento en el que, para quienes aún lo cuestionaban, quien marca los tiempos sigue siendo Juan Vicente Herrera. Le han intentado hacer tropezar con las cajas; ojo, que quien ríe el último, lo hace mejor. La situación de las entidades financieras españolas es tal que no tardará en llegar el día en el que oigamos al presidente de la Junta expresar en alto un “ya lo decía yo” cuando quienes ahora se han empeñado en hacer fracasar el plan Herrera-López de integración de las entidades de Castilla y León miren de nuevo a la Junta y a la ejecutiva regional socialista ante los planes de expansión de las grandes cajas de otras comunidades, que acabarán por demostrar lo que desde el principio se intuía: Caja Madrid y La Caixa liderarán el cambio del mapa de entidades de ahorro españolas y las que menos fuerza tengan acabarán en manos de las grandes.
Quedan tres consejos de Gobierno para que lleguen los 15 días de vacaciones del Ejecutivo de Herrera. Si al final el presidente opta por adelgazar la estructura de la Administración regional, en el escalón que considere necesario, también habrá sido cuando él decida, no cuando se lo quisieron marcar quienes ahora se hacen de nuevas. Al final, habrá salido adelante una especialísima forma de actuación que no ha inventado el presidente de la Junta, sino que la practica la diplomacia vaticana desde tiempos inmemoriales. La padeció Felipe González, y de qué manera. La anécdota al cuenta magistralmente el no menos magistral periodista castellano y leonés Jesús Fonseca. Cuando el Estado español decidió renovar el Concordato con la Santa Sede en la década de los ochenta del pasado siglo, el presidente del Gobierno español envió a Roma a su ministro de Exteriores, Francisco Fernández Ordóñez. Fue recibido en los despachos anexos a la basílica de San Pedro por monseñor Agostino Casaroli, a la sazón secretario de Estado vaticano. El ministro español entregó al cardenal los documentos sobre los que deberían ser estampadas sus firmas, convencido de que las concesiones de España (González tenía suficientes frentes abiertos como para plantearse otro con la Iglesia católica) acelerarían el acuerdo. Casaroli cogió la carpeta y leyó el contenido. Cuando finalizó, el ministro le dijo: «Bueno, ahora a firmar». A lo que el purpurado le espetó: «Lo más urgente ahora es esperar».
Parecido ha reaccionado Herrera ante quienes quisieron hacerle la crisis: a esperar. Si hay recortes de cargos públicos de la Junta será porque están justificados y responden a un criterio sensato de ahorro, no porque desde fuera traten de marcarle la agenda. Con las sorpresas que depara un periodo preelectoral, seguro que no hemos visto aún nada de lo que se avecina en el partido en el poder. La espera va a ser muy dura para quienes piensan más en su poltrona que en el servicio público. Y mientras, Herrera toma nota. Lo urgente era esperar.

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Sobre el autor

J. I. Foces, jefe de área de El Norte de Castilla, expone aquí sus opiniones sobre nuestra región.


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