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Pedro Carasa

El Mirador de Clío

Raíces del Populismo

Raíces del populismo

Pedro Carasa

Los populistas lucharon ayer y pelean hoy para que el pueblo llegue al poder en las crisis contemporáneas: Asamblearios frente a representativos, jacobinos frente a girondinos, anarquistas frente a socialistas, bolcheviques frente a mencheviques, fascistas frente a demócratas, hippies frente a burgueses, rupturistas frente a reformistas, agitadores frente a bipartidistas y Brexit frente a europeístas.

Optaron por república contra monarquía, protección contra librecambio, independencia contra unión, pueblo contra elite, emoción contra razón, contracultura contra cultura, movilización contra representación, conflicto contra consenso, gente contra casta, calle contra escaño, redes contra urnas, plebiscito contra parlamento, pancarta contra programa, antisistema contra instituciones, xenofobia contra integración, referéndum contra constitución.

Los populistas actualizan hoy esas opciones. Son los casos chavista, ecuatoriano, boliviano y peronista en el sur y el crudo ejemplo de Trump en el norte. Hay partidos populistas o ultras con más del 8% de los votos en 12 países europeos. La Teología de la Liberación agita a la Iglesia. El mundo sindical se contagia. Los reality show y las tertulias inoculan sus valores en la gente. Se apunta en el último premio Nobel.

El populismo español es viejo, agitó a muchos movimientos históricos para lanzar al pueblo tras el poder: Comuneros, guerrilleros, bandoleros, juntistas, carbonarios, septembrinos, cantonalistas, ácratas, republicanos radicales, juventudes socialistas, falangistas, frentepopulistas, colectivistas, trotskistas, fuerza nueva, mayo del 68, vecinos asociados, grupo GIL, o el 15M.

No es una plaga, es una reincidente protesta radical que nace y crece en las crisis y amainará tras ellas. Ésas son sus raíces y su vida histórica. Hoy vemos en ellas muchas contradicciones y ciertos logros.

No les mueve la ideología, ni la razón, actúan por miedo y odio hacia los enemigos del pueblo. Invocan el mantra popular como un dictado de creyentes, por encima de la ley. El pueblo es el súmmum de las virtudes, el antipueblo la causa de todos los males. Su inflamación popular y sobredosis de gente los aboca al conflicto. Por ser populares son maniqueos, explican la situación política como una simple oposición de buenos y malos para con el pueblo, de forma que han revivido las dos Españas.

No lo dicen, pero adoran el poder sin cortapisas y con actos antisistema. No tienen proyectos, la acción directa les lleva al clientelismo popular. Buscan captar votos agradecidos y usan recursos mediáticos y mensajes emocionales para gustar a la gente. Hablan un lenguaje político banal, callejero, demagógico, con slogans de televisión y redes sociales, hasta conquistar el cielo.

Se creen fruto de la sociedad civil, ajenos a la casta; pero cuando tocan poder se convierten en el político despreciado. Son personalistas, con líderes mesiánicos para redimir a la gente. Les interesa movilizar masas más que transformar la sociedad. Frenan las ayudas al desarrollo internacional. No son estables y duraderos, están diseñados para actuar contra las instituciones mientras duren las crisis.

Apoyan el soberanismo, las fronteras y el derecho a decidir, siguen el error de la izquierda española que sobrepuso la identidad nacionalista a la igualdad de los españoles. Los independentistas, anclados en los fueros medievales, son populistas porque subordinan las necesidades sociales al soberanismo e izan esteladas como paraíso popular, por encima del Estado de derecho.

Debemos reconocerles cierta eficacia. Regeneran la democracia y reaccionan a demandas sociales insatisfechas. Son exigentes con la representación, conectan la política con la sociedad y destapan la corrupción. Rompen el bipartidismo y el anquilosamiento de los partidos políticos como máquinas de poder que no nos representan.

Incitan a la sociedad civil a madurar desde abajo en la gestión de servicios y ejercicio de derechos. Superan la excesiva subordinación civil bajo la intervención estatal y denuncian la inmadurez del que lo espera todo de lo público. Critican el agobio de tres administraciones paralelas.

Movilizan a los ciudadanos, las manifestaciones diarias se triplican en España entre 2012-14. El 80% de los españoles aprobó el significado del 15-M. Despiertan políticamente a los jóvenes otrora apáticos y exhiben sus símbolos de calle en el Congreso. Las mareas inundan las ciudades con docentes y sanitarios coloreados.

Borran la memoria de la Transición española. Se apropian de la histórica ruptura democrática y la llaman populista. Anuncian una segunda Transición de ruptura popular, contra el engañoso pacto de las elites del régimen del 78. Elaboran una contramemoria de la Transición y eliminan el mito del consenso.

Aportan una vitalidad nueva para salir de la crisis. Un premio Nobel de 2008 propuso un contragolpe populista pera revertir la desigualdad social. Analizan con eficacia las contradicciones políticas y sociales del sistema en crisis. En España han absorbido el electorado de la baronía y la envejecida política social del PSOE; no han roto el bipartidismo, han arruinado un partido.

Los movimientos populistas denunciaron defectos y aportaron soluciones en las crisis históricas. Actualmente tienen profundas carencias, pero sus actitudes y valores han renovado la cultura política de muchos españoles.

 

Publicado en la edición en papel el día 12 de noviembre de 2016.

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Sobre el autor

El Mirador de Clío está redactado por Pedro Carasa, un historiador que tratará de observar el presente desde la historia. Se evoca a Clío porque es la musa griega de la historia y de la poesía heroica, hija de Zeus y Mnemósine, personificación de la memoria. El nombre de mirador indica que la historia es una atalaya desde la que proyecta sus ojos el historiador, como un busto bifronte de Jano, que contempla con su doble mirada el pasado desde el presente y el presente desde el pasado.