Alberto Ruiz-Gallardón vive anclado en el antiguo régimen. Quizá porque se casó con la hija de un exministro de Franco, a los genes o por pura ósmosis sentimental. El dictador se especializó en hacer que los españoles padeciesen sin rechistar. El delegado de Justicia de Rajoy aseguró en la cadena de los obispos que “gobernar es, a veces, repartir dolor”. Una sentencia impactante. Pensábamos que las autoridades debían resolver los problemas de la gente. Pero no, ya conocemos lo que esconde gobernar: repartir dolor en el alma y hostias en las calles. Gallardón, fiscal en excedencia, aunque juez y parte en la práctica, se muestra henchido de poder. Su ley de tasas debería costarle el puesto, si España fuese una democracia desarrollada y las protestas sirvieran para algo.
Todo apunta a que las provocadoras tasas son inconstitucionales, si es que la Constitución entró en vigor. Basta con leerla, siempre que el significado de las palabras sirva para algo. El librito en cuestión se refiere a la tutela judicial efectiva como un derecho fundamental. Hasta aquí, creo que estamos de acuerdo. Es pesado incluir números en una pieza de opinión, pero ilustrativo. El artículo 24 prescribe que, en ningún caso, se puede producir indefensión. La doctrina del Tribunal Constitucional dicta la salvaguardia de la defensa contradictoria de los litigantes, a través de la oportunidad de alegar y probar sus derechos e intereses, en un proceso en el que deben imperar los principios de bilateralidad e igualdad de armas procesales. En cristiano: si a alguien le ponen una multa de tráfico de cien euros y la tasa por recurrirla le cuesta doscientos, el pobre conductor está indefenso. Si sufre un accidente y litiga para pedir un millón de indemnización, pero las tasas son de 20.000 que no tiene, indefensión. Si es despedido y carece de recursos para recurrir, indefenso de él. ¡Vaya día ha tenido este pobre hombre! Tan solo alberga la esperanza de que esta ley tan gallarda sea anulada en los tribunales europeos. Para mitigar tanto dolor.
Publicado en El Norte de Castilla el 19 de diciembre de 2012