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Roberto Carbajal

La aventura humana

El Tribunal de 'cuentos'

España padece metástasis institucional. No hay un solo frente que se libre de la descomposición. El último en unirse al ceremonial de la carcoma ha sido el Tribunal de Cuentas, que ya se encontraba bajo sospecha desde hace tiempo, pero que ahora ha eclosionado por el nepotismo y la chapuza. Lo publicado apunta a que el tribunal que ha de velar por que las cuentas de los diferentes organismos públicos y algunos privados sean transparentemente legales es uno más de este juego rocambolesco al que llamamos con generosidad sistema democrático. La conformación del Tribunal de Cuentas es en sí misma un dolor. El mero hecho de que sean los partidos políticos mayoritarios quienes propongan en el Congreso quiénes llevarán las riendas de este órgano sancionador de los dineros de origen público revela que nace enfermo en origen. En realidad, forman parte del engendro los descartes de las formaciones políticas, viejos dinosaurios de la primera Transición, familiares, amigos y demás familia putativa. Por eso se hace inviable que, entre otros, este tribunal pueda revisar con lealtad y a tiempo las cuentas de los partidos, que se llevan a cabo con varios años de retraso. Así, ve tú a saber qué se audita y las trampas en la contabilidad a las que se les da el visto bueno.

En los años veinte el Tesoro estadounidense creó una unidad especial para combatir al crimen organizado. Se encargó a Eliot Ness la formación de un grupo de intocables, un ramillete de agentes leales e insobornables que acabasen con Al Capone y sus colegas. En España hoy es impensable algo como esto; impensable, pero deseable. Hacienda, policía, tribunales sancionadores de cuentas, instituciones de alto nivel de la Administración deberían dotarse de este tipo de trabajadores al servicio del Estado. Sería un buen comienzo para airear los trapos sucios y convertir a este país en una verdadera democracia lustrosa en todo su esplendor. Funcionarios blindados e inamovibles por ningún gobierno o parlamento. Lo que tenemos en la actualidad es un cuento.

Publicado en El Norte de Castilla el 11 de junio de 2014

Sobre el autor

Tenía siete meses cuando asesinaron a John F. Kennedy. De niño me sentaba en los parques a observar a la gente, pero cuando crecí ya no me hacía tanta gracia lo que veía. Escribo artículos de opinión en El Norte desde 2002, y críticas musicales clásicas desde 1996. Amo la música, aunque mi piano piense lo contrario. Me gusta cocinar; es decir, soy un esclavo. Un esclavo judío a vuestro servicio.


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