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Roberto Carbajal

La aventura humana

Un país muy cabrón

Los españoles pierden la memoria con demasiada facilidad. Mientras la crisis encogía sus corazones, la selección nacional de fútbol comenzó a aplicarles un tratamiento paliativo. Aquel exitoso grupo de jugadores se convirtieron en la unidad del dolor de nuestro viejo hospital, montando un asombroso circo para hacernos olvidar la falta de pan. ‘La Roja’ se erigió como Némesis frente a la injusticia y la humillación de todo un país, arrodillado a causa del latrocinio, la mala praxis y las imposiciones extranjeras. Este grupo de hombres jóvenes asombró al mundo con su juego, pleno de belleza y eficacia. Eurocopa, mundial y de nuevo otra eurocopa auparon a España como el equipo que habría obtenido la mayor gesta de la historia del balompié. Idolatrada como ninguna otra, la selección logró unir sentimientos encontrados durante los días de gloria, convirtiendo los sueños en realidad. Pero la gente se acostumbra mal a los triunfos, son como niños mal criados, y ahora los mismos a quienes se colocó en un pedestal, son corridos a gorrazos desde la barra de un bar, las redes sociales o en las tertulias televisivas más furibundas.

Y qué decir del pobre Vicente del Bosque: de genio, ha mutado en villano y viejo carcamal. A todo el mundo se le ha llenado la boca de conocimiento, pidiendo una revolución total en la selección. Resulta que los mismos treintañeros que tanto orgullo infundieron, se tornan en reyes caídos en desgracia a quienes se exige la abdicación. En honor a la verdad, se puede reconocer que ‘la Roja’ fue abatida por no ser fiel a su estilo. La codicia quiso que todo el equipo jugase para el hispanobrasileño Diego Costa, resultando un fiasco colosal. Sí, Del Bosque se equivocó y los jugadores se arrastraron por el campo como pollo sin cabeza, pero este campeonato nunca eclipsará los éxitos que España cosechó en los estadios y en nuestra memoria. Por tanto, es de aplicación aquí, aunque en otro contexto, la sentencia de Quevedo en El Buscón: “Daba paz cada noche a un cabrón en el ojo que no tiene niña”.

Publicado en El Norte de Castilla el 25 de junio de 2014

Sobre el autor

Tenía siete meses cuando asesinaron a John F. Kennedy. De niño me sentaba en los parques a observar a la gente, pero cuando crecí ya no me hacía tanta gracia lo que veía. Escribo artículos de opinión en El Norte desde 2002, y críticas musicales clásicas desde 1996. Amo la música, aunque mi piano piense lo contrario. Me gusta cocinar; es decir, soy un esclavo. Un esclavo judío a vuestro servicio.


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