El ser humano necesita creer en algo e, irremisiblemente, esta necesidad le conduce a seguir a alguien. No es un fenómeno nuevo; no hay más que echar un vistazo al lío en que se convirtieron las religiones para darse cuenta del fenómeno. O, igual de inaccesible, a la mitología griega. Jasón se embarcó con los argonautas hacia la Cólquide en busca del vellocino de oro, un cordero con la piel del preciado metal que le proporcionaría el acceso al trono.
Siguiendo la estela mitológica, el fenómeno al que muchos bautizan como populismo, en un mundo frenético y plagado de incertidumbre, prende en el subsuelo abonado del alma política de la que nadie puede sustraerse. La demostración del pasado fin de semana en Madrid, en la que Podemos exhibió musculatura en el epicentro del que surgieron los ‘indignados’, caldo de cultivo del nacimiento de la formación de Pablo Iglesias, se afianzó el nacimiento de un nuevo mito, de un icono del siglo XXI. La cúpula de la formación política lanzó soflamas contra la ‘casta’, de la que ellos ya forman parte, y armaron un discurso pleno de romanticismo que prende fácilmente en el corazón, no en la cabeza. Se trata, al fin y al cabo, de seguir la pauta freudiana de la psicología de las masas, cuyo comportamiento es diferente al que ejercen los individuos. Si el Che Guevara se apropió iconográficamente de la revolución cubana y su expansión espiritual en América Latina, Iglesias es ya, no a su pesar, otra versión más moderna del revolucionario argentino. El Che alimentaba las conciencias latinoamericanas y, a la inversa, el líder de Podemos ha mamado de aquellas ubres. La joven formación tiene asustado a todo el mundo, habida cuenta de que se ha convertido en el punto clave con quien habrá que hablar para formar gobiernos en este apasionante año electoral. Quién iba a decirnos hace un tiempo que quienes tildaban a los manifestantes de Sol de ‘perroflautas’ hediondos darían a luz a un partido que discursivamente pretende arrasar con todo lo establecido. Ellos crearon la bicha.
Publicado en El Norte de Castilla el 4 de febrero de 2015