Da la sensación de que la memoria es muy frágil. Recordemos por qué Europa está conmocionada por los atentados yihadistas y quiénes son los responsables, al margen de los terroristas. George Bush, Tony Blair y José María Aznar decidieron invadir Irak y derrocar a Sadam Husein. Tras los combates, técnicamente la coalición anglosajona prevaleció, Sadam fue ahorcado y el país quedó sumido en el caos. Irak fue desangrándose a base de coches bomba y miles de personas perdieron la vida a causa de los atentados. Los iraquíes de pronto se dieron cuenta de que la ‘liberación’ fue un remedio peor que la dictadura del sátrapa. Las distintas facciones que permanecían larvadas en aquel territorio comenzaron a organizarse y crecer, atacando a todo lo que se movía. De ahí partió el surgimiento del Estado Islámico y el comienzo del terror en el corazón de Europa.
En otro capítulo del fiasco occidental, titulamos como Primavera Árabe el supuesto ansia de libertad en algunos países de la zona. Túnez, Egipto, etcétera. La peor parada ha sido Siria, en la que no triunfaron los anhelos de establecer una democracia de corte europeo. El dictador sirio sacó los tanques a la calle y destruyó la mitad del país, cientos de miles de personas huyeron de su tierra y llamaron a las puertas de nuestro continente. Ahora Europa no quiere refugiados y ha decidido devolverlos a sus casas, pasando por Turquía, con la que han firmado un convenio vergonzoso e inhumano. Sin estas dos premisas, es imposible entender la conmoción que padecemos los europeos por el radicalismo árabe. Implantar por la fuerza un sistema democrático en sociedades que no están preparadas para desenvolverse en él es un error táctico, al margen de las estrategias de las grandes potencias en la zona, con intereses inconfesables. Por tanto, no nos rasguemos las vestiduras ante la implantación del miedo en el corazón europeo. Nos han puesto de rodillas y ya sabemos quiénes son los responsables primigenios. Y conviene recordar quiénes provocaron nuestro 11M. Lo dicho, la memoria es muy frágil.
Publicado en El Norte de Castilla el 30 de marzo de 2016