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Roberto Carbajal

La aventura humana

De pesca

La gente está harta de tanto politiqueo. Discursos grandilocuentes, voluntades fingidas e intereses personales palmarios. Y ahora llega lo peor, porque en un día de junio de cuya fecha no quiero acordarme, los españoles volverán a ser llamados a depositar su voto. Muchos estarán de vacaciones y preferirán playa antes que campaña, así que es muy probable que, ante esta circunstancia y la saturación que hemos vivido durante los últimos meses, muchos darán la espalda a lo que los politicastros califican pomposamente como fiesta de la democracia. Claro que es mejor vivir en este sistema que en una dictadura, pero en España no prima el interés general, sino los partidistas, de ahí que nos encontremos en un punto en el que parece que la situación no tiene remedio. Estos políticos de tres al cuarto son incapaces de llegar a un acuerdo para ahorrar unos cuantos millones en esta convocatoria, que consistiría en no plantar carteles en las farolas y otros gastos fastuosos. Todo el mundo conoce a estas alturas quién es quién, porque la presencia en todos los medios de los candidatos, de sus idas y venidas, del postureo y de las negociaciones para lograr una mayoría son del todo conocidas. Ante la tesitura de exponerse al sol o seguir los mítines, eslóganes y el paquete completo que suponen unas elecciones legislativas, mejor dosificarse en la playa que no aturdirse con el discurso de siempre. Además, lo peor está por llegar. Si todos los sondeos se sustancian en hechos, la correlación de fuerzas volverá a provocar un país ingobernable, desbaratando de nuevo las esperanzas de concitar una mayoría parlamentaria que alumbre un gobierno estable. Así las cosas, podría darse la situación insoportable de tener que afrontar una tercera votación, nada bueno para los intereses nacionales y para los inversores extranjeros, que aguardan a la espera de que nos pongamos de acuerdo de una maldita vez. No sé pescar, pero estoy pensando seriamente en hacerme una caña y plantarme en un río limpio donde no pique nadie, donde sólo se escuche el sonido de los pájaros.

Publicado en El Norte de Castilla el 18 de mayo de 2016

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Sobre el autor

Tenía siete meses cuando asesinaron a John F. Kennedy. De niño me sentaba en los parques a observar a la gente, pero cuando crecí ya no me hacía tanta gracia lo que veía. Escribo artículos de opinión en El Norte desde 2002, y críticas musicales clásicas desde 1996. Amo la música, aunque mi piano piense lo contrario. Me gusta cocinar; es decir, soy un esclavo. Un esclavo judío a vuestro servicio.


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