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Siete metros

La fuerza de la lógica

Acabó el periplo de los chicos por los el torneo olímpico de balonmano. Una lástima, sin duda, pero tampoco podemos pretender creer que no haya sido una despedida justa. Dolorosa, sí, claro. Injusta, no. España no ha hecho méritos suficientes para continuar en competición, le ha faltado eso que tanto repito en este foro: crecimiento, grandeza, progresión. Es cierto que Francia no fue superior en los 60 minutos, pero tuvieron más capacidad de sufrimiento y, todo hay que decirlo, menos lesionados. Las bajas de Sarmiento y Gurbindo se antojaron determinantes, ya que impidieron a Rivera dar el adecuado relevo a Eentrerríos, Cañellas y Maqueda. Es cierto que apenas utilizó a Agirrezabalaga, pero el vasco ha sido todo el campeonato la última pieza, y cuando se le necesitó no estaba. Normal.

El caso del lateral del Ademar es sintomático de lo que ha ido pasando en al selección. Valero Rivera tenía como una de sus grandes activos, cuando llegó a la selección nacional, su capacidad para gestionar grupos y obtener grandes rendimientos de sus miembros. Pero gestionar grupos no es sacar partido a muy buenos jugadores. No. Gestionar grupos es elegir adecuadamente a los que más te pueden ayudar a solucionar los problemas que se te presente. Gestionar grupos es saber la potencia de cada individuo, lo que puede dar o no dar, sus virtudes y la manera de sacarles más partido a la vez que minimizas sus defectos. Y eso Rivera no lo ha hecho. Todo lo contrario. Y ahí radica el nudo gordiano del fracaso español.

Vicente del Bosque, paradigma de lo que es la gestión de grupos, inventó una posición en el Real Madrid para que pudieran jugar juntos Beckham, Figo y Zidane. Rivera, para unos la fama para otros la lana, no se percató de que tenía un jugador fuera de la dinámica del grupo. Lo despreció, no lo potenció, no le dio confianza. Y cuando llegó el momento de tirar de él, no le respondió. ¿Culpa del jugador? En parte, pero sobre todo del que le manda, que no estuvo a la altura de las circunstancias.

España debe ahora abrir un nuevo ciclo en la selección. Mimbres hay. De sobra, pero hay que cambiar al cestero. El fútbol lo ha hecho. Y a la Federación de Balonmano no debe temblarle el pulso. Técnicos con el perfil de Dueñas son los que necesita el balonmano, gente que lo viva desde dentro, con la pasión del jugador, y no con la frialdad del técnico que lo ve todo desde un prisma matemático y con criterios de producción. ¿Se atreverá Juan de Dios Román? Difícil.

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El balonmano, desde el punto de vista del portero

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