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Canadá demuestra cómo acoger refugiados

Un grupo de refugiados llega un campo de registro en la frontera entre Grecia y Macedonia.EFE/

Mientras la Unión Europea se debate un mar de disquisiciones y da pruebas vergonzantes de incapacidad ante la crisis de refugiados, el nuevo Gobierno canadiense de Justin Trudeau sigue demostrando cómo enfrentarse al problema de una forma admirable e inteligente. Uno de los compromisos del actual primer ministro durante la campaña electoral del pasado año fue acoger a 25.000 refugiados a través de un programa con patrocinio privado y una inversión de 250 millones de dólares.

Un grupo de refugiados llega un campo de registro en la frontera entre Grecia y Macedonia.EFE

Un grupo de refugiados llega un campo de registro en la frontera entre Grecia y Macedonia.EFE

Frente a sangrantes ejemplos cercanos de promesas electorales incumplidas, el nuevo Ejecutivo canadiense no ha tardado ni seis meses en hacer realidad su propuesta tras las elecciones de noviembre. Según un informe de Acnur hecho público a principios de este mes, Canadá ha ido más allá de lo prometido y ya ha dado cobijo a 38.089 sirios. Tanto el proceso de selección de las familias a acoger como las formas de reasentamiento en el país revelan un planteamiento coherente y lleno de sentido. Se prima a las familias y personas en situación más vulnerable  y se hace en colaboración con los equipos de Acnur en los campos de Jordania, Líbano y Turquía. Una vez en Canadá el Ministerio de Inmigración les facilita un visado de residencia permanente y en colaboración con patrocinadores privados y gobiernos provinciales y municipales se les organiza su asentamiento en las localidades de destino así como su acceso a la salud pública, vivienda, educación y aprendizaje del idioma. También se les proporciona una ayuda económica hasta un año.

Mientras esto sucede en Canadá, en Europa, solo Alemania, Suecia, Grecia e Italia han dado muestras de querer afrontar el problema de una forma coordinada y solidaria. En la UE se ha vuelto a imponer el cortoplacismo y la unilateralidad. Enfrascada en elaborar su plan de asilo y con miles de refugiados en sus puertas, la Unión debate ahora multas disuasorias para los Estados que no acojan refugiados. Todo un síntoma del estado anquilosado y artrítico en que se encuentra el Gobierno comunitario.

La Unión Europea sigue sin dar muestras de querer resolver la crisis de una forma coherente y solidaria

Una mirada sin prejuicios ideológicos a una actualidad del mundo cada día más interconectada con nuestra realidad

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