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Vicente Álvarez

EL FARO DE AQUALUNG

EL MAGO DE LAS PALABRAS

Publicado en El Norte de Castilla el 24 de junio de 2010

Dicen que en su casa de Lanzarote todos los relojes señalaban siempre la misma hora. Las cuatro de la tarde. La hora en que conoció a Pilar. Fue un flechazo literario. Ella se había enamorado de “Memorial del convento” y deseaba conocer al hombre que había creado a Blimunda, la joven y visionaria protagonista de la novela. “Memorial del convento” les unió y, por deseo de su ahora viuda, ese mismo libro fue colocado entre las manos del escritor antes de ser incinerado. De esta forma, Blimunda se marchó para siempre con el Mago de las Palabras. Saramago parecía el hombre tranquilo. Escritor del desasosiego, abanderado de la “utopía iberista”, ciudadano valiente y honesto, “pepitogrillo” de nuestras conciencias y, sobre todo, portentoso novelista, un hacedor de imaginativas parábolas, un genio con voz propia y adjetivos acuñados en la saudade lisboeta. Con él aprendí que los escritores vivimos de la infelicidad del mundo (yo también sospecho que en un mundo feliz no sería escritor) pero también aprendí muchas otras cosas. Aprendí que la derrota tiene algo positivo: nunca es definitiva. Aprendí que somos la memoria que tenemos y que sin ella no existimos. Aprendí que “nuestra única defensa contra la muerte es el amor”. Aprendí que si la literatura fuese capaz de cambiar el mundo ya lo habría hecho. Aprendí que nuestros nombres ya no importan y que lo que hoy cuenta verdaderamente es el número de la tarjeta de crédito. Saramago dijo en varias ocasiones que él no era pesimista sino que el mundo era pésimo. Por eso insistía en recalcar que “los únicos interesados en cambiar el mundo son los pesimistas”. La razón es evidente: los optimistas están encantados con lo que hay. Saramago fue coherente y un espejo de dignidad. Muchos no se lo perdonan. Con el cuerpo aún caliente, algunas reacciones han llegado hinchadas de sangre e infamia. En círculos fenicios ignoran su magno legado literario y sólo recuerdan al Saramago comunista y ateo. Incluso el Vaticano, a través de su diario oficial, ha vuelto a perder otra oportunidad y ha arremetido contra el fallecido. “El hombre es un hilo de mierda a punto de deshacerse en mitad del universo”, dijo Saramago. Después de leer algunos comentarios miserables y mezquinos, el genio portugués esta vez se quedó muy corto en su apreciación.

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Sobre el autor

Escribe novelas y cosas así. Sus detractores dicen que los millones de libros que ha vendido se deben a su cara bonita y a su cuerpo escultural. Y no les falta razón. www.vicentealvarez.com


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