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Vicente Álvarez

EL FARO DE AQUALUNG

REFLEXIONES PUNK Y SERMONES EN RE MAYOR

Publicado en La sombra del ciprés, suplemento literario de El Norte de Castilla, el 1 de junio de 2013

Igor Paskual es un tipo conocido y reconocido en el mundo de la música. Lleva veinte años paseando su guitarra por los bulevares del rock, ha liderado un grupo mítico del panorama glam-rock patrio como Babylon Chat y lleva diez años componiendo y tocando para y con Loquillo, sin abandonar por ello su legítimo sueño de alumbrar discos en solitario (“Equilibrio inestable”). Aparte de todo ello, Igor Paskual es licenciado en Historia, realizó su trabajo de posgrado sobre estadios de fútbol (“Ágoras o catedrales: los estadios de fútbol como elementos de interacción social en las ciudades del Arco Atlántico”) y colabora con columnas de opinión en El Comercio y en la revista Efe Eme. Ahora presenta su primer libro en la heroica editorial vallisoletana Difácil y, gracias a él, conocemos más a Igor Paskual. “El arte de mentir” nos presenta a un guitarrista de rock provocador, excesivo, locuaz, ególatra, incontinente. Follador en hoteles de lujo y aspirante a David Bowie astur. Alguien que pone en el centro del universo la música y busca crear con el sonido un espacio nuevo: “Ni teoría de la relatividad ni pollas. Dame música y moveré el mundo”. Alguien que se empeñó en hacer la música que habrían hecho los románticos europeos, el Rock and Byron, y que siempre ha defendido la elegancia como una forma de vida (“una levita con leve vuelo es un arma de seducción masiva”). Un tipo, en fin, que se desnuda en “El arte de mentir” y, de paso, nos regala literatura de veinticuatro quilates. Eso sí, como muy bien dice el propio Igor Paskual: “Nunca os fieis de quien presume decir la verdad. La mentira es mucho más hermosa”.

“El arte de mentir” es un libro de (muy particulares) reflexiones sobre el mundo del rock, sobre literatura, sobre drogas, sobre sexo, sobre arquitectura, sobre arte en general. A veces es crónica de viajes, a veces diario, a veces ensayo, a veces libro de memorias. “El arte de mentir” es una road movie con formato de libro erudito-punk. En él pasamos de un estilo agresivo y desbocado a fragmentos perfumados con poesía exquisita dejando por el camino palabras convertidas en sabrosos e inéditos puñales. Probablemente la parte más escabrosa y la que más ha levantado expectación en el panorama musical patrio es la que hace referencia a las múltiples y abiertas experiencias sexuales que Igor Paskual nos relata con todo lujo de detalles (“el único espejo en el que quería verme eran los ojos de una mujer corriéndose”). La polla convertida en el tótem, noches de zorritas guapas con buena droga y vino viejo, groupies alocadas, historias de tríos, de eyaculaciones faciales, de aventuras homosexuales. Historias de carretera en casposas furgonetas diesel junto a historias de backstage “donde es más fácil que te la chupen que recibir un abrazo sincero”. Sexo, drogas y rock’n’roll on the rocks. Paskual transformado en un Yahvé del rock causando dolor a su pueblo bajo un cielo cubierto de orgasmos y convertido en polla del año impartiendo la palabra de Bowie. Asistimos, sin solución de continuidad, al desfloramiento anal de una ingenua groupie y a un encendido homenaje a David Bowie. Vida y música. Añoranza de cuando la música se parecía más a Van Gogh y a Baudelaire que a cualquier otra cosa.

Si todo ello hace de “El arte de mentir” un libro apasionante y morboso, mucho más atractivo se vuelve cuando asistimos a las alucinantes e inteligentísimas comparaciones que Igor Paskual es capaz de establecer entre personajes de todo tipo. ¿Quién es capaz de mezclar a Duchamp, con una teoría sobe la ropa interior, con el atentado de las Torres Gemelas y con la filosofía de Kant, Schiller y Hegel? ¿O de presentar puntos en común entre el descubrimiento de la penicilina y el ensanche de Barcelona? ¿O hermanar a Alfonso X el Sabio con Morrisey? ¿O comparar a elegidos para la gloria con personas en apariencia imperfectas que alcanzaron el Olimpo (Carl Lewis frente a Zatopek, Eric Clapton frente a Keith Richards? En “El arte de mentir” nos encontramos con lúcidas reflexiones sobre Focault, Kavafis, Beckham, Nick Cave, Loquillo, Axl Rose, los Beatles, Lawrence de Arabia, Tom Waits, P.J. Harvey, Arconada, Richard Branson, Ramón Gómez de la Serna y muchos más. Todos juntos y revueltos en una orgía fascinante. Y, en fin, lo que hace más recomendable este espléndido y entretenidísimo libro es la parábola final que algunos llevamos años intentando impartir: “No debería ser incompatible el poder disfrutar de una jugada de Messi, de un disco de Iggy Pop y de un libro de Oscar Wilde. Nos empeñamos en poner barreras a la cultura”. Y para finalizar Igor Paskual grita, acompañado de un riff de su guitarra eléctrica: “Yo no distingo entre alta o baja cultura”. Amén.

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Sobre el autor

Escribe novelas y cosas así. Sus detractores dicen que los millones de libros que ha vendido se deben a su cara bonita y a su cuerpo escultural. Y no les falta razón. www.vicentealvarez.com


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