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Vicente Álvarez

EL FARO DE AQUALUNG

27 CÁPSULAS VENENOSAS DE LA ESPAÑA NEGRA

Publicado en “La sombra del ciprés”, suplemento literario de “El Norte de Castilla”, el 18 de enero de 2014

Los dos últimos libros que han caído en mis manos (por muy diferentes motivos y en muy distintas circunstancias) han sido dos recopilaciones de relatos de género negro titulados significativamente de forma muy similar: “Barcelona negra” y “España negra”. Parece ser que existe como un explícito deseo de acotar el espacio negrocriminal, de reivindicarlo para sí, de apropiarse de un género que se ha puesto de moda. De todas formas se agradece este inusitado interés por la novela de género tan despreciada en este país aunque, eso sí, no deja de ser desconcertante este auténtico derroche de lo noir, hasta el punto de que resulta difícil discernir entre sinceridad y moda. La ejemplar editorial Rey Lear no parece sospechosa en este aspecto. Los que amamos a Plinio, el jefe de la policía local de Tomelloso, lo sabemos bien.

Bajo el nombre de “España Negra” se esconde la quinta antología de relatos policíacos protagonizados por el colectivo literario 12 plumas, un grupo de profesionales de la comunicación con una afición común, su amor por la novela negra. A estos se les unen otros autores, entre ellos algunas de las principales espadas del género, escritores reputados y fiables al cien por cien que otorgan auténtico empaque a la antología, novelistas negrocriminales de la talla de Lorenzo Silva, Jorge Martínez Reverte, Juan Bolea, Mariano Sánchez Soler, Rosa Ribas o Carlos Salem. El resultado, como no podía ser de otra forma, es sugerente, poderoso, sugestivo y muy entretenido aunque tremendamente irregular, de hecho se le podría otorgar a esta antología el maillot noir de la Irregularidad. En realidad, no se podía esperar otra cosa. Si un libro de relatos de un mismo autor acostumbra a caracterizarse por lógicos altibajos, una colección tan extensa escrita por hasta 27 autores diferentes tiene que pecar, por obligación, de irregularidad. Eso, aunque lo parezca, no tiene porque ser malo ya que una antología de este tipo lo que te da es la oportunidad de subir una adrenalínica montaña rusa y, según tus gustos particulares, empatizar con unos relatos más que con otros, con unas propuestas más que con otras, con unos crímenes más que con otros.

En “España Negra” hay de todo. Hay vidas que huelen a abismo, hay venganzas cocinadas a fuego lento (tal vez con unas peligrosas setas), hay cuadros malditos que esconden historias de asesinatos, hay historias setenteras de macarrillas que bailan música de Los Chichos y conducen un coche pintado como el de Starsky y Hutch, hay asesinatos en la mismísima mesa de operaciones, hay oscuras tramas de poder manchadas de sangre y ambición, hay caramelos de eucalipto bañados en matarrata, hay todo un carrusel de personajes preocupados por aparentar lo que no son y hay algún que otro sueño roto de hombres que fantasean con ser detectives de película con una mujer fatal a su vera. Los protagonistas de este auténtico aquelarre de lo noir son de todo tipo y condición: políticos hipócritas y puteros, tiburones de consejos de administración que cobran fortunas por dedicarse a jugar a Juego de Tronos, obispos rijosos y curas manipuladores, pastilleros egoístas que se ponen el disfraz de pecadores los fines de semana, líderes sindicales entre gigantes y cabezudos, mujeres solas y perdidas abducidas por la lectura de novelas románticas o telefilms deliciosos que dejan pasar sus anodinas vidas mientras el crimen revolotea alrededor, comandos ultras que limpian de escoria el país, parejas que experimentan cierto placer en atormentarse y un cierto tormento en el placer, prestamistas implacables y sicarios asesinos, gente que usa la goma del poder para borrar nombres, para borrar vidas, incluso un putón entrado en carnes que lee autores japoneses con deleite y un yayoflauta vengador que se carga a un director de banco que le estafó con las preferentes. Nos podemos encontrar con algunos personajes que nos recuerdan a gente famosa como Hemingway, como Gerald Durrell o como a cierta princesita que un día decide escapar de su cárcel real y todo le sale mal. Tras la lectura se te quedan grabadas a sangre y fuego (nunca mejor dicho) muchas historias como el nuevo caso de la subinspectora Martina de Santo que nos enseña que el silencio puede ser la mejor de las pistas o el lirismo que destila El árbol de la vida o las descacharrantes historias protagonizadas por unos asesinos que se cargan a cinco dibujantes de tebeos imitando las historias del Correcaminos (Las múltiples muertes de Wile E. Coyote) o el terrible plan para vengar la muerte de un niño en Cinco lobitos o, en fin, el ejemplo de noir lírico del siempre estimulante Carlos Salem. Lo dicho, el género negrocriminal está más vivo que nunca. Y lo está, como no podía ser de otra forma, a base de asesinatos. Que el crimen (literario) no acabe nunca.

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Sobre el autor

Escribe novelas y cosas así. Sus detractores dicen que los millones de libros que ha vendido se deben a su cara bonita y a su cuerpo escultural. Y no les falta razón. www.vicentealvarez.com


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