EL CHAGAS LE ROMPIÓ EL CORAZÓN
La cantante canadiense Lhasa de Sela, con corazoncito franco-anglo-español, con poesía inquietante, con voz íntima y profunda, nos susurra casi al oído: «Gracias a tu cuerpo doy por haberme esperado / tuve que perderme pa’llegar hasta tu lado». Es la banda sonora imprescindible (por emotiva, por intensa, por estremecedora) del documental de Isabel Coixet, una mujer que conoce como nadie el territorio de la sensibilidad, de la fragilidad, del silencio. Las dos nos presentan a Nora, una boliviana que trabaja de sol a sol en Barcelona con el único objetivo de mandar plata a su familia. Asistimos a su agotador trabajo diario, solo interrumpido para acudir al locutorio y hablar con su gente de Bolivia. Es lo que vemos de ella: lo sola que está en España y lo sola que está sin su hijita, a quien el Chagas le rompió el corazón. Su hermana, mientras tanto, le pone al día del infierno que están viviendo, con la puta vinchuca rondándoles el alma: «Siento que esta enfermedad maldita que no se ve, que va por dentro y un día te mata, nos va haciendo a los que somos pobres, más y más invisibles, y a nadie le preocupa lo que nos pase. Nora, no es que no nos vean, es que no quieren vernos». Esa es la mayor preocupación de Médicos Sin Frontera: romper el extraño pacto de silencio que hay en torno al Chagas, una enfermedad infecciosa que se transmite a través de la vinchuca, un insecto chupasangre cuyo hábitat preferente son las chabolas. A pesar de que la OMS calcula que unos 25 millones de personas sufren las consecuencias del Chagas, que más de 100 millones están en riesgo de contagio y que en algunas zonas latinoamericanas el 40% de los bebés nacen infectados, nadie, absolutamente nadie, parece hacer nada al respecto. Al ser una enfermedad que afecta casi exclusivamente a la población pobre, en su día no se le dio trascendencia alguna. Con el paso de los años, las cosas apenas han cambiado. Solo existen dos medicamentos capaces de frenar la infección, y uno de ellos ha dejado de fabricarse al no ser rentable mientras que el otro tiene efectos secundarios muy graves. Aun así, como el mercado no resulta atractivo por la extrema pobreza de los afectados, a las compañías farmacéuticas no les interesa investigar. De hecho, hoy en día, ningún laboratorio lo está haciendo aunque, eso sí, hay 1.800 medicamentos para adelgazar pendientes de patente. «Papá está en el cielo con la prima Sarita, que murieron de lo mismo», le cuenta su sobrino a Nora. Y ella, cuando llega agotada a casa, tan solo tiene fuerzas para tumbarse en el colchón, sacar una vieja fotografía de una caja de lata y volver a chocar su mirada con la de su hija muerta por el maldito Chagas. «Tuve que quemarme pa’llegar hasta tu lado», vuelve a susurrar Lhasa, con un piano doliente, nocturno y solitario. ‘Cartas a Nora’, una pequeña pieza de orfebrería, es el único de los documentales de ‘Invisibles’ rodado en España. No ha necesitado la Coixet salir de aquí para transmitirnos tanta angustia («yo sé y tú sabes lo que puede ser: y me estoy volviendo loca del dolor»). Además, como ella recalca, en España hay millones de inmigrantes que cuidan a nuestros hijos, a nuestros ancianos o nos construyen nuestras casas, y no sabemos absolutamente nada de ellos. Ellos también son invisibles. Sin necesidad de que el Chagas les rompa el corazón.