Marco histórico: el reinado de Isabel II de Borbón
Fue reina de España entre 1833 y 1868, fecha en la que fue destronada por la llamada «Revolución Gloriosa». Reina a los tres años, una mayoría de edad forzada por la situación política que dio paso a su reinado personal con tan sólo trece años, un matrimonio obligado e inadecuado a los dieciséis que desembocó en separación apenas transcurridos unos meses y, por último, su destronamiento a los treinta y ocho años, la trágica divisoria en su vida que da paso a los largos años del exilio y el alejamiento de España. Pasó de gozar de una gran popularidad y cariño entre su pueblo, de ser la enseña de los liberales frente al absolutismo y una especie de símbolo de la libertad y el progreso, a ser condenada y repudiada como la representación misma de la frivolidad, la lujuria y la crueldad, la «deshonra de España», que intentará barrer la revolución de 1868.
Hija primogénita del último matrimonio del rey Fernando VII con María Cristina de Borbón, con la que había contraído matrimonio en 1829 tras enviudar de su tercera esposa, María Josefa de Sajonia, su nacimiento plantea el problema sucesorio pues sus derechos dinásticos son cuestionados por su condición de mujer. El heredero al trono había sido hasta ese momento su tío Carlos María Isidro y, tras tres matrimonios de Fernando VII sin descendencia, parecía que era él el llamado a sucederle. Sin embargo, el nuevo matrimonio del rey y el embarazo de la reina abren una nueva posibilidad de sucesión. En marzo de 1830, seis meses antes de su nacimiento, el rey publica la Pragmática Sanción de Carlos IV aprobada por las Cortes de 1789, que dejaba sin efecto el Auto Acordado de 1713 que, a imitación de la Ley Sálica francesa, excluía la sucesión femenina al trono. Se restablecía así el derecho sucesorio tradicional castellano, recogido en Las Partidas, según el cual podían acceder al trono las mujeres en caso de morir el monarca sin descendientes varones. La negativa de Carlos a aceptar, como reina, a su sobrina, desató la primera guerra carlista.
Las regencias de 1833 a 1843
La minoría de edad de Isabel II estuvo ocupada por una doble regencia: la que ostentó su madre María Cristina, reina gobernadora hasta 1840, y la del general Baldomero Espartero hasta 1843. La regencia de María Cristina estuvo marcada por la guerra carlista que la obligó a buscar el apoyo de los liberales moderados frente al pretendiente Carlos. La primera consecuencia de esa transacción fue la concesión del Estatuto Real (1834), una carta otorgada en la que la Corona se reservaba amplios poderes en la vida política. En el contexto de la guerra civil, el triunfo del liberalismo se produjo en 1836 tras el golpe de Estado de los sargentos de La Granja y la llegada al poder de Mendizábal con la desamortización de 1836 y la promulgación de la Constitución de 1837, de carácter progresista. El proceso desamortizador comportó la supresión de órdenes religiosas, la nacionalización de sus bienes y su venta en pública subasta. La Constitución afirmaba el principio de soberanía nacional y la práctica parlamentaria basada en el sufragio censitario y un sistema bicameral: Congreso de los Diputados y Senado. Con ambas reformas, se dio un decisivo impulso hacia el desarrollo capitalista y el liberalismo político, ampliándose la base burguesa del régimen. Sin embargo, la hostilidad de la regente hacia los liberales progresistas y su preferencia por los moderados dieron lugar a un creciente malestar social que alimentó el pronunciamiento de 1840. Con el fin de la guerra y la firma del Convenio de Vergara en agosto de 1839, María Cristina se vio forzada a renunciar a la regencia y se exilió en Francia, dejando abandonadas a sus hijas. En el terreno de la instrucción que recibió, se comprueba una educación escasa, descuidada.
El triunfo del liberalismo moderado
El Partido Moderado, bajo el liderazgo del general Narváez, dominó la escena política durante los diez años siguientes, dando nombre a la «Década Moderada». En este período se elaboraron la Constitución de 1845, que proclamaba la soberanía compartida y anulaba algunas conquistas del liberalismo progresista, y unas leyes orgánicas de carácter muy restrictivo que sentaron las bases del poder moderado y de la organización política y administrativa del Estado liberal. Se realizó la reforma de la Hacienda y, por el Concordato de 1851, se logró el reconocimiento de la Iglesia a la monarquía isabelina, que aceptó la desamortización efectuada hasta entonces, exigiendo como contrapartida compensaciones económicas y que se paralizase el proceso de venta de bienes nacionales pendientes.
El 10 de octubre de 1846, el mismo día de su decimosexto cumpleaños, se celebra el enlace de la reina con su primo Francisco de Asís de Borbón, una elección completamente desacertada. El matrimonio fracasó en los primeros meses, abocando a Isabel a la infelicidad que intentó compensar con una intensa y criticada vida amorosa en brazos de varios amantes y favoritos. La reina tuvo once hijos, de los que sólo cuatro llegaron a la edad adulta: Isabel, Alfonso, Pilar y Eulalia.
El Gobierno moderado se ejerció de forma restrictiva y exclusivista, obligando a los progresistas, marginados del poder a recurrir a la vía insurreccional y a los pronunciamientos, mecanismo de insurrección militar frecuentemente combinado con algaradas callejeras, para forzar un cambio político y acceder al Gobierno.
La Revolución de 1854 y el Bienio Progresista
El Manifiesto del Manzanares del 7 de julio de 1854, redactado por Cánovas del Castillo, exigía reformas políticas y unas Cortes Constituyentes para hacer posible una auténtica «regeneración liberal». Se inauguraba una nueva etapa progresista, parca en lo político por su corta duración, un bienio escaso, pero densa en realizaciones de carácter económico. La reina entregó el poder a Espartero y O’Donnell, representantes de la coalición que alentó la revolución, pero la continuidad y estabilidad de este Gobierno mixto era difícil. Se expulsó de España a la reina madre, objeto de las iras populares porque, además de su influencia sobre Isabel, María Cristina y su esposo, el duque de Riansares, habían estado implicados en muchos de los negocios fraudulentos y corruptelas económicas de esos años. Se elaboró una nueva Constitución de inspiración progresista que afirmaba explícitamente la soberanía nacional -la Non nata de 1856- y se aprobaron importantes leyes económicas, fundamentales para el desarrollo del capitalismo español como las leyes de ferrocarriles (1855), bancarias y de sociedades (1856). Se retomó también la desamortización con la promulgación de la Ley de Madoz (1855), que afectaba a los bienes civiles y eclesiásticos, lo que provocó la ruptura de relaciones diplomáticas con el Vaticano.
A continuación, será Narváez quien gobierne durante el bienio 1856-1858. Bajo su mandato se restablecen los parámetros políticos de la etapa moderada anterior con la anulación del Acta adicional y se aprueba la Ley Moyano (1857) que ordena y centraliza la instrucción pública de toda la nación. Se abre entonces un período de alternancia entre los moderados de Narváez y un tercer partido de corte centrista, liderado por el general O’Donnell. Entre 1858 y 1863, será de nuevo este general el protagonista de la vida política con su Unión Liberal, dando paso a un período con cierta calma política caracterizado por una gran prosperidad económica y una intensa actividad en política exterior con la guerra de África (1859-60), la anexión de Santo Domingo (1860-1865) y la intervención en México (1861-1862).
La Revolución de 1868 y el destronamiento de Isabel II
Con la caída de O’Donnell en 1863 entramos en la última etapa del reinado de Isabel II marcada claramente por la descomposición del sistema político y la deslegitimación de la Corona. Se sucedieron gobiernos siempre de corte moderado mientras el exclusivismo y el carácter represivo del régimen se acentuaban a medida que la oposición aumentaba y partía cada vez de mayores frentes. Por otra parte, la vida amorosa de la reina y los escándalos de palacio, aireados o utilizados por su propio esposo, Francisco de Asís, y miembros de la camarilla y del Gobierno, contribuyeron notablemente a desprestigiar la imagen de la monarquía. El ambiente político se enrareció todavía mucho más a partir de 1865, con la destitución de Castelar como catedrático de la Universidad y la represión contra los estudiantes en la llamada «Noche de San Daniel», ordenada por Luis González Bravo. El sistema moderado se hundía y arrastraba consigo a la monarquía. Ante el deterioro de la situación política, los progresistas y los demócratas se retraen de la vida política inclinándose una vez más por la vía insurreccional. Un nuevo Gobierno de la Unión Liberal intentó, en último término, atraer de nuevo a los progresistas con una tímida reforma política que ampliaba el censo electoral pero no lo consiguió, como demostraron los intentos de pronunciamiento de Prim en enero de 1866 y del Cuartel de San Gil en el mes de junio de ese mismo año. El retorno de Narváez aceleró los preparativos de la conspiración que se consolidó con la firma del Pacto de Ostende de agosto de 1866, que agrupó también a los demócratas y más tarde, al morir O’Donnell en 1867, a la Unión Liberal. Ya no se trataba de luchar sólo por un relevo gubernamental sino que se exigía el destronamiento de la reina. La conspiración pronto rebasó los círculos militares y contó con una extensa trama civil a través de los clubes y asociaciones progresistas y demócratas. La coincidencia con una coyuntura de crisis económica y de subsistencias y el endurecimiento del régimen dirigido de nuevo por González Bravo, contribuyeron a crear un contexto favorable a la revolución. El 18 de septiembre de 1868, la Armada, surta en la bahía de Cádiz, se pronuncia al grito de «¡Abajo los Borbones! ¡Viva España con honra!». Tras el triunfo de la revolución, Isabel II, que se encontraba de vacaciones en Guipúzcoa, era destronada y marchaba al exilio en Francia, iniciándose en España un período de seis años, conocido como el Sexenio Democrático, en el que se ensayarán diversas alternativas políticas: una nueva monarquía con Amadeo de Saboya y la Primera República.
Durante treinta años más, Isabel vivirá en París separada de su esposo y retirada de la política activa sin gozar ya de ningún tipo de protagonismo público, tras abdicar en 1870 de sus derechos al trono en favor de su hijo Alfonso, el futuro Alfonso XII.
En la mañana del 9 de abril de 1904, en su residencia parisina, fallecía Isabel II por unas complicaciones bronco-pulmonares producidas por una gripe. Sus restos fueron trasladados al Escorial para darles más tarde sepultura en el Panteón de los Reyes.
http://www.cervantesvirtual.com/historia/monarquia/isabel2.shtml
ARTURO PÉREZ REVERTE
Reportero de guerra durante 21 años (
1973–
1994), primero en el
diario Pueblo (donde permaneció 12 años) y luego en
Televisión Española. En
1977, durante su estancia en el diario, y junto a su compañero
Vicente Talón, fundó la revista
Defensa, que vio la luz en los quioscos en abril de 1978, y de la que fue redactor jefe hasta que sus compromisos como corresponsal le obligaron a dejar la editorial. A continuación fue reportero de los Servicios Informativos de Televisión Española durante otros nueve años; tal como expuso en
Territorio comanche, se despidió asqueado de dicho organismo. Como corresponsal de guerra, cubrió conflictos armados en
Chipre,
Líbano,
Eritrea, el
Sáhara, las
Malvinas,
El Salvador,
Nicaragua,
Chad,
Libia,
Sudán,
Mozambique,
Angola, el
Golfo Pérsico,
Croacia,
Bosnia, entre otros. Una experiencia que habría de marcarle fue la
Guerra de Eritrea, en la cual anduvo perdido varios meses y consiguió sobrevivir a duras penas gracias a sus amigos de la guerrilla.
ARTURO PÉREZ REVERTE
EL MAESTRO DE ESGRIMA
Santillana Ediciones, Punto de Lectura, Madrid, 2001
Algunas palabras usadas por el autor que corresponden a objetos que ya no se utilizan:
Simón
Tílburi
Faetón
Berlina
Cupé
Veguero
Preguntas:
1.- ¿Qué personaje o personajes defienden la Monarquía tradicional? ¿En qué consiste esa postura política? ¿Qué estamentos sociales la sustentan?
2.- ¿Qué personaje o personajes defienden la República? ¿Cuáles son los principales argumentos que definen esa postura política? ¿Qué estamentos sociales la propugnan?
3.- ¿Qué es la “Gloriosa”?
4.- Madrid en 1860 tenía una población de 400.000 habitantes. ¿Dónde se sitúan los principales edificios nombrados en la novela?
La casa del maestro de esgrima Jaime Astarloa
El café Progreso, donde tenía lugar la tertulia.
El Palacio de Villaflores, propiedad del marqués de los Alumbres.
La casa de Adela Otero.
5.- ¿Cuál era la estocada famosa que enseñaba el maestro y cuánto cobraba por ese entrenamiento?
6.- ¿Quién presentó a Adela Otero y al marqués de los Alumbres?
7.- ¿Qué le entregó al maestro de esgrima para su custodia, el marqués de los Alumbres?
8.- ¿Dónde vio por última vez el maestro de esgrima a la bella Adela Otero?
9.- ¿Quién ayuda al maestro de esgrima a descubrir el significado del legajo enigmático?
10.- ¿Qué posición política mantiene el maestro de esgrima?
¿Qué conceptos morales o religiosos definirían su conducta?
Señala alguna cita concreta.