El despertar de la señorita Prim
Natalia Sanmartín Fenollera
Planeta, Barcelona, 2013, 345 páginas
Tres citas
“Horacio Delàs hizo una pausa para servirse otra copa:
–A ver si entiende lo que trato de decirle, Prudencia: uno no puede construirse un mundo a medida, pero lo que sí puede hacer es construirse un pueblo. Aquí todos pertenecemos, por decirlo así, a un club de refugiados. Su patrón es uno de los escasos habitantes que tiene raíces familiares en San Ireneo.” Páginas 90-91
“Las tradiciones son un muro de contención frente a la degradación y la incultura…” pág. 184)
“La base de un buen matrimonio, de un matrimonio razonablemente feliz (porque no existe, desengáñese, ninguno feliz por completo), es precisamente la desigualdad, que es algo indispensable para que entre dos personas pueda existir admiración mutua.” (pág. 237)
La trama
Prudencia Prim busca trabajo. Acude a San Ireneo de Arnois en busca de una plaza como bibliotecaria para organizar una colección privada. Allí, su concepción del mundo, de la familia, de la educación, de la sociedad, de la filosofía y de la religión sufre un choque frontal con la vida de los habitantes de esa comunidad. La tensión que provoca ese choque la lleva a un planteamiento distinto de la vida y es el punto de inflexión hacia el cambio de actitud ante sí misma y una revolución en sus sentimientos.
Esta novela continúa el drama shakesperiano Mucho ruido y pocas nueces. La alegre y aguda Beatriz, y Benedicto, soltero impenitente e ingenioso, se encarnizan en atacarse con sus burlas; sus amigos deciden hacer que se enamoren y se las componen de manera que Benedicto sorprenda una conversación en que el príncipe y Claudio hablan de un pretendido amor secreto de Beatriz por él, y Beatriz sorprende una confidencia semejante acerca del amor que Benedicto parece alimentar por ella en secreto.
La discusión dialéctica entre Prudencia y su jefe, el dueño de la biblioteca, el hombre del sillón, sacará a la luz las distintas concepciones posibles sobre la sociedad actual, la organización social del trabajo, la educación reglada y el auténtico aprendizaje, la concepción de la familia y del matrimonio, la educación de los niños en el hogar, el trabajo de la mujer y su compatibilidad con la vida familiar, la amistad, la filosofía como sistema de vida y el sentimiento religioso auténtico como motor de la existencia personal y social.
No se trata de una recreación utópica del mundo que nos ha tocado vivir en el siglo XXI. Más bien de una reflexión crítica que nos ayude a entender nuestra sociedad y a buscar soluciones a los problemas que nos destruyen desde dentro.
Prudencia Prim se debate entre sus ideas, lo que ha conocido siempre, el sistema en el que ha sido “educada” y los problemas que ese sistema conlleva. En sus discusiones con su jefe se ve enfrentada a la falta de consistencia de su propia vida y tendrá que elegir lo que ya conoce o lo que intuye como superación personal y social. Todo dentro del máximo respeto a su libertad de elección.
En una de esas discusiones, el hombre del sillón, su jefe, la enfrenta a la inconsistencia del pensamiento humano. Le pide que le ordene una colección de papiros que posee. Claro está que esos papiros existen, forman parte de los fondos de diferentes museos en la actualidad. En la novela, la autora los utiliza como tantas otras referencias culturas y literarias.
Se trata de un facsímil del P52, conocido como papiro Rylands “Todo el que es de la verdad escucha mi voz. Y dice Pilato: ¿qué es la verdad?” Jn, 18, 37-38. Está fechado en el 125 d. C. unos treinta años después del original que escribió Juan en Éfeso. Fue hallado en el desierto de Egipto por Grenfell. (p. 264-265)
Y de Los papiros de Oxirrinco, encontrados por Grenfell y Arthur Hunt a finales del s. XIX, en un vertedero de basura cerca de Oxirrinco, Egipto. Desenterraron muchos fragmentos de grandes obras de la Antigüedad como un extracto de La República, de Platón. Aproximadamente separan mil doscientos años estas copias del momento en que fueron escritos los originales. Y a través de ellos conocemos el pensamiento de Sócrates (p. 265-266)
La reflexión que hace su jefe, el hombre del sillón, se refiere a que el extracto de La República, de Platón, a pesar de haber transcurrido mil doscientos años entre el fragmento y el original y de que lo que conocemos en ese fragmento es el pensamiento de otro filósofo, no supone ningún problema en cuanto a confianza del estudioso. Tal vez porque un texto filosófico no implica al estudioso más allá del estudio o del conocimiento.
Sin embargo, en cuanto al papiro de Rylands, al tratarse de un texto bíblico, y la religión complica a la persona tanto que crea o que no crea pero pueda sentirse interpelada por la fe, la postura es diferente. A pesar de que entre ese papiro y el momento en que fue escrito por Juan en Éfeso el original no habían pasado más de treinta años y de que existen otros tres evangelios que cuentan lo mismo y con los que se puede contrastar. Ante este papiro la gente suele poner pegas en cuanto a su realidad.
Las referencias históricas, culturales y literarias surgen entretejidas a lo largo de la trama y se haría muy pesado tan sólo nombrarlas. Pero resulta interesante ver el catálogo de lo que la autora considera básico en la cultura de la vieja Europa.
Referencias de Arte e Historia
San Ireneo Esmirna-Lyon Obispo y Mártir (130 – 202). Combatió a los gnósticos en Francia. En su tiempo se difundió mucho una de las herejías que más daño han hecho a la religión Católica y que aún existe en muchas partes. La secta de los gnósticos. Estos enseñan un sinfín de errores y no se basan en las Sagradas Escrituras sino en doctrinas raras e inventadas por los hombres. Creen en la reencarnación y se imaginan que con la sola mente humana se logran conseguir todas las soluciones a todos los problemas, sin la necesidad de la fe y de la revelación.
Asinio Polión, político romano amigo de grandes poetas como Horacio y Virgilio. Medió en la Paz de Brundisium que puso fin a un enfrentamiento entre Antonio y Octavio (p. 24)
Santísima Trinidad de Rublev, Galería Trtiakov en Moscú (p. 37)
La libertad guiando al pueblo (p. 49)
Las seis reglas del combate entre caballeros de Godofredo de Preuilly, siglo XI, se le atribuye la paternidad de los torneos (p. 50)
Enrique II de Francia muere porque llevaba la visera alzada y la lanza de Gabriel de Montgomery le atravesó un ojo (p. 51)
Carrie Nation, fundadora del Movimiento de la Templanza, se opuso al consumo del alcohol antes de la Ley Seca (p. 64)
El staretz Ambrosio y el monasterio de Optina (p. 106)
Botticelli, Leonardo, Rafael (p. 115) v
Los nueve libros de historia de Herodoto (p. 117)
Noli me tangere, de Fra Angelico, el altar mayor de San Juan de Letrán, el capitel del Templo de Afrodita (p. 129)
Té de Sochi, Krasnodar, Rusia, (p. 195 y 287)
Norcia, en Italia, cuna de san Benedetto (p. 306 y ss.)
Metaliteratura
Las homilías de san Juan Crisóstomo (p. 37)
Julio Verne, Alejandro Dumas, Stevenson, Homero, Walter Scott (p. 38)
De Trinitate Libri, de san Agustín (p. 43)
En el Pantagruel de Rabelais, Gargantúa le señala a su hijo todo lo que quiere que aprenda (lenguas clásicas -griego, latín, hebreo, caldeo, arábiga-, cosmografía, geometría, aritmética y música) (p. 54-55)
Carta a Leta y La Vulgata, de san Jerónimo de Estridón (p. 56)
Emily Brontë (p. 66)
Orgullo y Prejuicio, de Jane Austen (p. 69)
Shakespeare, Racine, Molière, Sófocles, Esquilo (p. 81)
Chesterton (p. 84)
Historia eclesiástica del pueblo de los anglos, de Beda el Venerable (p. 92)
Monólogio, de Anselmo de Canterbury (p. 97)
La carta robada, de Edgar Allan Poe (p. 99 y 169)
John Donne (p. 102)
Dante (p. 121)
Antígona (p. 128)
Las obras de Swift (p. 152)
La batalla entre los libros antiguos y modernos (p. 153)
Gulliver (p. 154)
“Qué belleza salvará al mundo” de Dostoievski (p. 166)
Balzac (p. 173)
Husserl (p. 179)
Mujercitas, de Louise May alcott (p.188 y ss. y 206 y ss.)
Catecismo histórico, del abate Fleury, edición de 1683 (p. 194)
Carroll, Dickens, Homero, Stevenson, Tennyson, Virgilio, Oliver Twist, Gulliver, Robinson Crusoe, Ulises, Don Quijote, Fausto, El rey Lear (p. 209)
“Ahora vemos como a través de un espejo”, San Pablo, I Corintios (p. 218)
La isla del tesoro, de Stevenson (p. 225)
“Dickens leía a Elizabeth Gaskell; su admirado Newman a Jane Austen, y Henry James, a Edith Wharton…” (P. 228)
Pigmalión… Galatea… Eliza Doolittle (p. 230)
“Console-toi, tu ne me charcherais pas si tu ne m’avais trouvé” de Pascal (p. 257)
Arcadia (p.262)
Un facsímil del P52, conocido como papiro Rylands “Todo el que es de la verdad escucha mi voz. Y dice Pilato: ¿qué es la verdad?” Jn, 18, 37-38. Está fechado en el 125 d. C. unos treinta años después del original que escribió Juan en Éfeso. Fue hallado en el desierto de Egipto por Grenfell. (p. 264-265)
Los papiros de Oxirrinco, encontrados por Grenfell y Arthur Hunt a finales del s. XIX, en un vertedero de basura cerca de Oxirrinco, Egipto.Desenterraron muchos fragmentos de grandes obras de la Antigüedad como un extracto de La República, de Platón. Aproximadamente separan mil doscientos años estas copias del momento en que fueron escritos los originales. Y a través de ellos conocemos el pensamiento de Sócrates (p. 265-266)
De Bello Civili, La guerra civil, de Julio César. Este manuscrito es el Laurentianus Ashburnhamensis, el más antiguo que se conserva de esa obra. Del siglo X, algo más de mil años después de que César escribiera el original. La copia más antigua que tenemos de Los comentarios a la guerra de las Galias es de unos novecientos cincuenta años después del original. (p. 266)
El enfrentamiento entre Darcy y Wickham, en Orgullo y prejuicio o el de Knightley y Frank Churchilll, en Emma, de Jane Austen (p. 290)
La mujer de Robert Browning, Elizabeth Barrett (p. 295) En 1845 se encuentra por primera vez a su futuro esposo, Robert Browning. Su noviazgo y matrimonio, debido a la delicada salud de Elizabeth y a las objeciones de su padre, transcurrieron en circunstancias bastante peculiares y románticas. Después de un matrimonio secreto y una fuga del hogar paterno de la calle Wimpole, acompañó a su marido a la Península italiana, que se convirtió prácticamente en su casa hasta su muerte, y con cuyas aspiraciones políticas se identificaron plenamente ambos.
El matrimonio fue feliz, a pesar de que el señor Barrett nunca los perdonó. En su nueva vida, su salud mejoró. Los Browning se asentaron en Florencia, donde ella escribió Las ventanas de la casa Guidi (Casa Guidi Windows, 1851), considerada por muchos su trabajo más poderoso, inspirada por la lucha toscana por la libertad. Residieron en Piazza San Felice, en el apartamento que hoy es el museo de Casa Guidi, dedicado a su memoria. En Florencia se hizo muy amiga de las poetisas británicas Isabella Blagden y Theodosia Trollope Garrow. En 1848 nace su único hijo, Robert Wiedeman Barrett.
Su obra más famosa son los Sonetos del portugués, una colección de sonetos amorosos escritos por Browning pero disfrazados como una traducción. El más famoso de ellos, con una de las frases iniciales más conocidas del idioma inglés, es el número XLIII: “How do I love thee? Let me count the ways… / ¿Cómo te amo? Déjame contarte las maneras en que te amo…”; al escribir Las ventanas de la casa Guidi en apoyo del Risorgimento italiano, como Byron había apoyado la independencia de Grecia respecto a Turquía.