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Cartas de Lucas, de Ángel Cabrero Ugarte

Cartas de Lucas                                                                       

Ángel Cabrero Ugarte,

Palabra, Madrid, 2015-10-27

 

En la introducción, a modo de advertencia, el autor dice:

“El hallazgo de unas cartas atribuidas a san Lucas en Itálica” quedaría encuadrado dentro de la categoría de escritos apócrifos, muy frecuentes en los tres primeros siglos de cristianismo. Y continúa: “El estado de los rollos de pergamino es sorprendentemente bueno… El conjunto de las cartas puede considerarse como un archivo documental de Teófilo, el amigo romano de Lucas… Las cartas de Lucas están escritas en griego, con un estilo que los expertos consideran de gran nivel y demuestran que, además de su ascendencia helena, era un hombre culto y con estudios importantes, además de los propios de la medicina… Teófilo escribe también en griego.”

Tras leer esta advertencia las primeras cuestiones que podrían asaltarnos serían sobre la fidelidad de la traducción y, sobre todo, la proporción que alcanzan los textos tomados de dichas cartas en el proceso creativo del libro. Qué es lo copiado y qué lo que el autor aporta.

Con esta intención he leído la obra de don Ángel Cabrero Ugarte.

¿Quién es el protagonista de esta trama? Los autores de las cartas son fundamentalmente dos, Lucas y Teófilo. Aunque también se recogen cartas de Simón a Teófilo, de Pomponia Graecina a Teófilo, de Flavia Domitila, esposa de un primo del emperador y un anónimo. Todas ellas aclaran al lector la situación en la que se desarrollan los hechos.

Las cartas de Lucas están fechadas en Antioquía, lugar de su residencia, mientras que las de Teófilo proceden de Roma (su propia residencia como senador hasta julio del 73) y de la cárcel a partir de entonces, hasta septiembre de 1978 cuando Vespasiano le destierra a Híspalis y le permite llevarse a su familia. La última de las cartas se debe a la pluma de Lucas y está fechada en Antioquía, en octubre del 81. En la última Lucas ya anuncia que su salud está muy deteriorada lo que deja presuponer que la inexistencia de posteriores cartas se deba al fallecimiento del evangelista.

La inspiración de las aportaciones del autor es preciso buscarla en los textos del nuevo testamente, el evangelio de Lucas, los Hechos de los Apósteles y quizás algún texto apócrifo. Y obviamente, en la tradición oral de la Iglesia Católica. También en otras fuentes de información consideradas como históricas.

El motivo de estas cartas sería la confirmación en la fe recién recibida de Teófilo que, al ser un personaje de la escena imperial, como senador, carecía de la libertad necesaria para acudir a las reuniones de los primeros cristianos. Lucas trata de suplir con sus informaciones sobre la vida de Jesús y de María, así como de formar en los contenidos doctrinales a este cristiano nuevo. No hacía mucho, con el anterior emperador Nerón, los cristianos eran condenados al circo, como alimento para los leones, por el hecho de ser cristianos. Cabe pues pensar, que un cristiano en la corte del emperador también sería objeto de toda clase de odios y rechazos. Así fue.

Teófilo por su parte, participa a Lucas de alegría de compartir la fe con su esposa y de la incorporación a la iglesia de sus cuatro hijos. Al entusiasmo de la pertenencia al cuerpo de la Iglesia de los primeros siglos se suma la emoción de haber descubierto las actas de Poncio Pilatos, gobernador de Palestina que condenó a muerte a Jesucristo. En ellas se relata todo lo ocurrido durante la Pasión de Jesús y, los hechos que rodearon su resurrección. Así pues, las Actas de Poncio Pilatos era un documento de una relevancia extraordinaria para los cristianos.

Josefo, historiador del emperador Vespasiano, odia a los cristianos y sospecha que Teófilo pueda ser uno de ellos. Quiere desenmascararlo. Prepara una trampa en la que Teófilo cae. Le envía a Simón, adivino de emperador y amigo de Plinio, quien le ofrece secretamente las Actas por un precio considerable y le asegura que las ha conseguido en el taller de Plinio, quien previamente las había sacado de los archivos del emperador.

Teófilo es denunciado por robo de un documento del emperador y encarcelado.

A partir de ese momento, Las cartas de Lucas se intensifican en cuanto a contenido pues se siente impelido a sostener en la fe a Teófilo y además en prestarle un apoyo humano y médico-psicológico. La situación de Teófilo es terrible. No solo pierde su posición en la corte del emperador; también pierde sus propiedades y pone a su familia en una situación económica deplorable. Lucas le anima a mantenerse en la fe como ejemplo para otros cristianos de la corte y de fuera de ella.

El constante ir y venir de las cartas informa a los lectores de detalles sobre las personas que convivieron con Jesús, principalmente de su madre, María, con tal realismo que remueven a Teófilo y al lector.

Por fin la pena capital es conmutada por el destierro a Híspalis al que parte toda la familia, en pobreza, pero con gran fortaleza.

El lector conoce la desaparición de las Actas al arder la nave en la que viajaba Plinio en las proximidades del Vesubio, en el momento en que se produce la desaparición de Pompeya y Hercolano.

El autor confiesa en el epílogo que se trata de una biografía histórica novelada, ajustándose todo los posible a los datos históricos.

 

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