Markus Zusak
Traducción de Laura Martín de Dios
Lumen, Barcelona, 2007, 532 págs
El autor se esconde detrás de un narrador omnisciente, la muerte, quien se dirige al lector para explicarle las causas de los hechos, o bien para adelantarle el futuro mediante frases “lapidarias” en las que resume los hitos de su presencia entre los humanos.
Liesel es una niña alemana que sufre la acción de la muerte en su familia como consecuencia del hambre y la enfermedad que acompañan a la guerra (la segunda gran guerra).
La locura generalizada de la sociedad alemana que persiguió el exterminio de los judíos y de otros grupos raciales no arios, no impidió que algunos alemanes supieran valorar la amistad y los sentimientos de la compasión y supieran arriesgarlo todo en ayuda del más necesitado.
Hans Hubermann, el padre adoptivo de Liesel, pertenece a ese grupo de personas que saben ver en el otro, un ser humano. Hans sobrevivió a la primera gran guerra porque un judío aseguró que sabía escribir: el resto de su batallón pereció en aquella batalla. Hans visitó a la viuda del hombre judío a quien le debía la vida y de quien había aprendido a tocar el acordeón. Pocos años después pudo devolver el favor al hijo aquel hombre. Acogió en el sótano de su casa a Max, el hijo de aquel judío. Su mujer, Rosa, supo también colaborar tan buena obra.
Entre Liesel y Max surgió una amistad fuerte; más fuerte que la propia muerte. Liesle también contaba con la amistad de una mujer importante: la mujer del alcalde quien había perdido un hijo y quién le permitiría disfrutar de los libros de su biblioteca privada, incluso robarlos.
Liesel conoció la amistad profunda y cálida de un adolescente de su edad: Rudy. Con él cometió sus hurtos de libros y con él compartía juegos y juicios sobre la situación de Alemania.
Rudy era un chico fuerte y noble que sufrió el reclutamiento de su padre y el hambre. Esperó incansable un beso de Liesel. Pero llegó antes la muerte y se lo llevó.
Esta novela es un relato que recoge todo ese dolor aunque de forma poética, fijándose más en la gente de buen corazón.