Eduardo Moga y José Noriega son dos tipos raros. Les une su rareza principal: los dos se dedican a editar poesía. Moga, desde la dirección de la colección de poesía de DVD y Noriega desde su molino, en donde cocina esos extraños, únicos y fantásticos libros. Cuando se conocieron, se cayeron bien. Y el asunto tenía que fructificar en un libro, en uno de esos libros extraños, únicos y fantásticos que salen del horno de Velliza con el asentimiento del gato gris. Aquel ‘Soliloquio para dos’, numerado y en caja de madera –en edición no venal– con los poemas de Moga y las serigrafías de Noriega tiene ahora su versión en rústica. Lo edita La garúa y lo prologa otro tipo raro (Dios los cría…): Tomás Sánchez Santiago que, para quien no lo sepa, también se dedica a la poesía y acaa de sacar un libro lleno de contundentes poemas (‘El que desordena’). Lo carnal y lo inabarcable, lo que cura de la soledad y la «doliente sordidez» de las imágenes que Noriega utiliza para sus composiciones (seerigrafías sobre infografía) están ahora al alcance de todos. De todos los que se atrevan a transitar por los caminos de la desolación.