Él no lo sabía pero estaba escribiendo su mejor obra con su vida desgarrada y tormentosa. Como tantos. Creo que me he enganchado a la buscarinimanía después de conocer de mano de Rubén y Diego Marín la historia del poeta loco, extravagante, bohemio y desgraciado que fue Armando Buscarini Siempre me ha llamado la atención esa gente que tiene muy claro lo que quiere ser y que se empeña en serlo por encima de todo. Por encima del éxito y el fracaso y aunque eso les lleve a arrastrar una vida miserable. Al final, al rescatar la historia de este personaje que encandiló antes que a sus últimos editores a Juan Manuel de Prada, y cuyos libros están en biliotecas no ya prestigiosas, sino particulares como las de Luis Antonio de Villena o Luis Alberto de Cuenca, lo de menos es si fue un buen o un mal poeta. Diego Marín dice que es un poeta suficiente, para exrpesar que de su obra al menos se pueden rescatar cincuenta poemas excelentes, junto a los mediocres y los directamente malos. Al fin, como tantas veces ocurre, un creador marcado por su origen humilde, por la falta de oportunidades y de orientación. Hasta su locura quedó muy probablemente magnificada por los sucesivos internamientos en los psiquiátricos de la época aunque en Valladolid tuviera la suerte de encontrarse con el doctor Villacián, que le dedicó su tiempo y, por lo que parece, su afecto. Buscarini es sin duda un personaje de novela y su historia puede hacernos reflexionar sobre tantas cosas: la suerte, la herencia, la relación entre creación y locura, la soledad y la literatura como patria. Fue un romántico a destiempo. Pero él probablemente no se dio cuenta. Los Marín nos prometen que seguiremos teniendo noticias suyas pues su interés es seguir publicando sus obras. Detrás de la poesía, puede venir el teatro. Esperaremos.