Echo un vistazo a los blogs de mis colegas. ¡Claro! Esos sí son blogs. Ellos hablan de cosas actuales, de lo que interesa. ¿A dónde voy yo, todo el día dando la matraca con poetas locos y editores que están más locos todavía? Lo digo sin pizca de ironía. El mío sí que es un carrerón y no el de Cantalapiedra. Pero, como tiene que haber de todo en el mundo, yo sigo aquí con estos pelos e insistiendo… ¿Adivinan de qué me dispongo a hablar ahora? Sí. De libros, otra vez.
A estas alturas, quien haya entrado alguna vez en este blog (en cualquiera de sus versiones) habrá descubierto que tengo debilidad por los editores. Por los editores independientes sobre todo. (¿Independientes de qué? Me decía no hace mucho Gonzalo Pontón, consejero delegado de Crítica, por cierto, qué mérito) Pues no sé, independientes de los grandes grupos mediáticos, de presiones de todo tipo. Esos que arriesgan su dinero, que hipotecan su casa por la locura de editar libros. Libros que nunca serán un best seller, porque, para más inri, esos no les interesan.
Admiro desde su nacimiento, ahora hace dos años, a la editorial Gadir. Por eso. Por empeñarse en dar a conocer autores significativos, sobre todo del área Mediterránea, poco o mal editados en España, más o menos olvidados, o, entre los conocidos, sus textos más raros. Así tuvimos conocimiento de las lecturas preferidas de Marguerite Yourcenar, de las novelas de Antonio Ferres o de las memorias de Constancia de la Mora. Visual y táctilmente son además libros muy bellos. Una de las misiones que se impuso su director, Javier Santillán, fue la de reeditar a Dino Buzzati. Uno de esos tipos especiales en todo, que hizo una literatura especial. Maravillosa. Escritor de escritores, dicen de los que tienen en su nómina de admiradores a literatos de prestigio. Se le compara con Kafka. Es un grande. Gadir ha ido publicando todas sus mejores novelas (‘El desierto de los tártaros’, ‘El gran retrato’, ‘Un amor’) y para este año en que se cumple su centenario (uno de esos centenarios silenciosos, para los incondicionales) se ha reservado ‘Poema en viñetas’. Un libro cautivador. A medio camino entre el comic, el poema pintado… Bien pensado, ¡qué más dan las clasificaciones! Buzzati fue además de un escritor enorme, un dibujante magnífico. Y aquí está su versión del mito de Orfeo con unos dibujos llenos de gracia e impacto, inspirados en fuentes tan diversas como Dalí o Fellini. Ideal para quien todavía quiera dejarse sorprender. Poco recomendable para seguidores en exclusiva de códigos y templarios. Amén.