Los periodistas que acudimos a la presentación de la exposición “50 años del grupo El Paso? salimos reconfortados de la rueda de prensa. Pocas veces se sale con la sensación unánime de que el encuentro ha merecido la pena. El artífice de esa sensación fue el pintor Luis Feito, uno de los cuatro supervivientes del grupo que tuvo el valor y el empuje de ser moderno, cuando ser moderno en este país era un delito perseguido sin contemplaciones. ¿Por qué fue una rueda de prensa nutritiva y no una rueda de prensa anémica y baja en calorías como suelen ser la mayoría? Porque Feito no se cortó un pelo a la hora de denunciar el batiburrillo en que se ha convertido el arte contemporáneo, no ya en España –como él señaló Internet es rápida difundiendo la confusión– sino en todo el mundo. Se puede aducir que el artista, a sus 78 años ya no tiene nada que perder, o que realmente no está en la primera fila del mercado del arte, donde se dirimen los grandes negocios. Y es verdad, pero poco justo. Feito hizo gala de lucidez, pero también de tranquilidad. La edad bien asumida da estas luces y distancias. Y no tenía prisa. No trató a los periodistas como seres molestos a la par que necesarios y pobres ignorantes, que también es la norma.
Puede que su afilado análisis del arte más contemporáneo, como todas las generalizaciones sea discutible. No todo es tan superficial. Es cirto que la confusión es grande, pero también hay gente empeñada en buscar seriamente por caminos nada fáciles. El problema es que en este país nos hemos saltado el importante capítulo de la formación. Y la ignorancia ha pasado del desprecio a cuanto ignora al temor a ser tachada de paleta. Pero ya es hora que desde una mesa aderezada de micrófonos y botellines de agua se diga lo que se piensa, con educación pero sin temor. Sin temor a perder la mini subvención, la mini o maxi prebenda. Sin calcular si las palabras ofenderán en algún despacho donde se urda la trama del ninguneo futuro.
Luis Feito fue un soplo de aire fresco, como en su día lo fue para este país el grupo que fundó. Al fin y al cabo ésas son sus credenciales: haberlo intentado en circunstancias verdaderamente difíciles y cuando sí tenía algo que perder.