Lo de las galas de los Goya es como una de esas reuniones de antiguos alumnos: dan para hablar mucho (sustituyen al tiempo en las miniconversaciones de ascensor) aunque ellas den tan poco. El asunto tiene mal arreglo. Que te la encarguen es algo así como el marrón del año. Todo el mundo te va a cortar varios trajes y algunos tan extravagantes como los que lució el presentador de turno. Por lo que tengo oído hasta el momento, Corbacho, actor entrenado en los buenos tiempos de La Cubana y triunfador televisivo, ha salido bastante bien parado del trance. Que si fue la gala fue más corta, que si fue más ágil, más entretenida etc. Vale. Sí que es verdad que tuvo momentos. La idea de salir disfrazado del pintor que da nombre al premio hay que reconocer que estuvo bien, como lo de ‘matar’ en escena al primer ganador de pega… Pero luego, salvo pequeñas ráfagas (como la parodia de la Coixet) a mi me sonó a más de lo mismo… Quizá porque del director de “Tapas” esperaba algo más. Las parodias dedicadas a las principales películas en cuanto a candidaturas me parecieron todas horribles como ese tono de tendero que es el que se lleva en todo tipo de espectáculo televisivo sea OT, Gran Hermano, Eurovisión… ¿Por qué hay que presentar estas cosas como si se pregonara la mercancía en un mercado al aire libre?. “¡¡¡Pasen señores y vean qué buen género tenemos en materia de interpretación masuclina!!! etc. etc. Lo chabacano al poder. Pero lo que más me llama la atención es que todo el mundo se haya quedado contento con lo de la retransmisión con retardo, cortada etc. con la intención de que se hiciera más breve. ¿Para qué sirvió en realidad la nueva fórmula? Para hacer cortes inmensos de publicidad aprovechando el alto nivel de audiencia. Al final, el negocio por encima de todo. Y nosotros, encantados. Por cierto en cuanto a los destinatarios finales de los premios estoy bastante de acuerdo. Sobre todo con el de Juan Diego, un pedazo de actor que no ha hecho nunca ascos a ningún papel por modesto que fuera y que quizá no está valorado aquí como se merece. Pues eso. Dicho todo lo cual, confieso que soy de las que procura no perderse la gala ningún año.