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Jorge de Ortúzar, diez años

Es posible que muchos de los lectores de esta columna no conozcan a la persona a la que hoy se la dedico. Jorge de Ortúzar fue el crítico musical de la edición segoviana de EL NORTE DE CASTILLA desde su puesta en marcha hasta que un infarto nos lo arrebató por sorpresa. Hoy, Día Internacional de la Música –ironías del destino– se cumplen diez años de su fallecimiento.
Pero Jorge de Ortúzar fue mucho más que un excelente crítico musical, de esos raros que no permiten que su erudición ensombrezca la escritura, que consiguen que los lean incluso los que nunca irán a los espectáculos que critican. Excelente músico, compositor, director, pedagogo musical, escritor… Algunas de las piezas musicales y literarias que dejó escritas esperan ser publicadas.
Frente a tanta cultura de cartón piedra y fanfarria, pienso que él era un hombre culto de verdad. Adoraba a Fellini y a Cortázar y escuchar con sus oídos, dejándose llevar por sus comentarios, cualquier pieza musical era degustar a los clásicos en todo su esplendor, sin perder matiz alguno de sus composiciones, saboreando el guiso con todos sus sabores. Amaba la risa, y la amistad era para él una celebración. Lo fue una Semana Internacional de Música de Cámara que compartimos, él como crítico y yo como autora de una columna de opinión sobre asuntos ‘colaterales’. Nos divertimos tanto que el trabajo se convirtió en un auténtico disfrute.
La asociación cultural que lleva su nombre había ideado para este décimo aniversario una celebración especial, más oportuna aún si cabe cuando ninguna institución segoviana había previsto actividad alguna para el Día de la Música. La idea era estrenar las dos cantatas que Jorge dejó escritas. Una sobre el poema de Neruda ‘Alturas de Machu Pichu’ y otra sobre un poema precolombino. El proyecto –necesitado de orquesta, un coro numeroso y al menos dos buenas voces solistas– no ha encontrado financiación suficiente entre las instituciones, cada vez más miopes a cuanta manifestación cultural no arrastre masas y titulares en los medios, dejando así a un lado la verdadera cultura que hombres como Ortúzar –con la labor que desarrolló entre los jóvenes– contribuyen a fomentar. La Asociación, que no quiere rebajar la calidad del estreno –si es que éste finalmente se puede llevar a cabo– ha dado marcha atrás al proyecto, pero no a la celebración, a la que se han sumado desinteresadamente cantantes y músicos guiados por la amistad y el excelente recuerdo que dejó entre quienes trabajaron con él.
Como estaba acostumbrado a la incomprensión institucional, «el gordo estará igualmente contento con la fiesta», me decía recientemente su viuda, Estela Méndez, cuyo tesón tanto influye en que su obra no se pierda. Estoy segura de que lo estará pero todo esto no deja de ser un mal síntoma. En fin, la cita es mañana a las 19.30 en el Conservatorio de Segovia. Otra vez, Jorge, va por ti.

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Sobre el autor

Más que un oficio, el periodismo cultural es una forma de vida. La llevo ejerciendo desde que terminé la carrera. Hace de eso algún tiempo. Me recuerdo leyendo y escribiendo desde que tengo uso de razón. La lectura es mi vocación; la escritura, una necesidad. La Cultura, una forma de estar en el mundo. Dejo poemas a medio escribir en el bolso y en todos los armarios.


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