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CERCA DE LA SEMINCI

Al final del verano, en la vuelta de las vacaciones, encontré un correo de un lector del blog que me preguntaba mi opinión sobre la situación de la Seminci y la actuación de Juan Carlos Frugone, su actual director, que él consideraba negativa. Prometí una respuesta y aquí está. Tal como ha aparecido en la columna semanal del jueves y por tanto con sus limitaciones espaciales. Porque,claro, el tema da para más. Pero en resumen es lo que pienso.

¿ALGUIEN VA A REACCIONAR?
La presentación de la programación oficial de la Seminci dejó ayer buenas sensaciones entre los periodistas que nos dedicamos a su seguimiento. Lo cual no deja de ser un respiro de alivio pues, en vísperas de la 52 edición, vuelve a rugir el mar de fondo de una organización que hace aguas.
No es una noticia de alcance decir que el Festival de Cine de Valladolid no atraviesa su mejor momento. Hay quien incluso hace augurios funestos y pronósticos catastrofistas. Y cuando estos se ponen de manifiesto el dedo acusador se fija en su actual director, Juan Carlos Frugone. Sin embargo, echarle las culpas de todos los puntos débiles que se le empiezan a ver al certamen, aun con todas las críticas que pueda merecer su gestión en tres años –que las merece– parece cuando menos un poco simplista. Quiero decir, que estoy segura de que para cargarse un festival de la entidad que se le supone a la Seminci haría falta mucho más que un mal director.
Endeble festival sería aquél que no se pudiera permitir el cambio en la dirección. De hecho, San Sebastián, Venecia… han vivido estas gripes sin que la fiebre les hiciera entrar en coma.
Aquí se ha marchado Lara y las goteras se multiplican, lo que desde mi punto de vista es síntoma de una enfermedad más profunda que el simple hecho de de que el Festival se haya enfrentado a un cambio de titularidad, cuyas consecuencias no tendrían que ir mucho más allá de cuestiones de contenido. Y en este punto conviene recordar que en las últimas ediciones de Lara las voces críticas se iban multiplicando, eso sí, con menos altavoces. Los problemas del Festival vienen de lejos, no hay duda. En el 2001 escribí acerca del cansancio que se detectaba entre sus responsables, un cansancio que se reflejaba en los contenidos y en la organización.
Volviendo al presente, un año más los asuntos de gestión se han resuelto improvisando sobre la marcha. Da la sensación de que la estructura de la Seminci estaba demasiado vinculada a una sola persona y nada es más peligroso a la hora de los cambios. Pero detectada la situación ¿por qué no se ha solventado ya? ¿Es que el Patronato del Festival, o sea, el Ayuntamiento, va a seguir dando largas o poniendo parches a última hora, y haciendo ensayos organizativos en las vísperas de levantar el telón? Un dato. La Seminci ha sido durante años, y todavía, prácticamente el único acontecimiento cultural de la ciudad que ha merecido un lugar en los informativos estrella de las televisiones nacionales. Mucho antes de que en Madrid supieran que hacemos pinchos en los bares. A nadie parece importarle. ¿Saben lo difícil que es levantar un barco hundido? ¿A qué esperan? Lara dirigió un festival sin competencia. Ahora el panorama es mucho más complicado porque los nuevos festivales invierten de verdad. Y yo veo a Frugone desanimado y al Ayuntamiento haciendo el Don Tancredo. ¡Vaya cóctel!

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Sobre el autor

Más que un oficio, el periodismo cultural es una forma de vida. La llevo ejerciendo desde que terminé la carrera. Hace de eso algún tiempo. Me recuerdo leyendo y escribiendo desde que tengo uso de razón. La lectura es mi vocación; la escritura, una necesidad. La Cultura, una forma de estar en el mundo. Dejo poemas a medio escribir en el bolso y en todos los armarios.


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