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Sobre Fernando Fernán-Gómez

Mi abuelo solía decir, ‘Dios nos libre del día de las alabanzas’. Porque en este mundo de envidias, ese día suele ser el de la muerte. Entonces nadie te escatima un piropo. Ha muerto Fernando Fernán-Gómez y todos los tópicos que los periodistas nos vemos obligados a escribir cuando muere un gran creador, se vuelven ciertos. Qué poco dice y tanto ‘uno de los grandes de la escena’, ‘un genio’, ‘un gran hombre de la cultura’. Me imagino su ironía, su socarronería, oyendo ese cúmulo de alabanzas, que yo creo que en su mayoría (vamos a dejar el caso de algunos políticos) son sinceras.

Era gran de verdad, aunque en los últimos años su imagen de cascarrabias, incluso de maleducado en muchas ocasiones hubiera empañado su talla intelectual. No anda sobrado el país, en este momento en que tanto se halaga la mediocridad, de personas como él. Imprescindibles. Un intelectual comprometido en el mejor y más relevante sentido de la palabra. Comprometido con el teatro, con la literatura, con la vida en definitiva. Alguien que miraba y veía. Recuerdo el estreno en Madrid de ‘Las bicicletas son para el verano’ por el ambiente que había en el teatro. Hay aplausos que dicen tantas cosas. Pocas veces ahora en que parece que estamos de vuelta de todo se producen momentos así en que la gente parece unida por una misma idea. Ideas, eso era lo que había en sus obras…
De entre todas las reacciones típicas y tópicas que llevo oídas desde que se conoció la noticia de su muerte hay una que, además de distiinta, me hace identificarme. Lo dijo Gerardo Vera, el director del Centro Dramático Nacional: “El mejor homenaje que se le puede hacer es volver a ver ‘El viaje a ninguna parte’”. Eso y leer sus obras. Sus memorias, y la película de Trueba, al fin lo que tenemos de él.

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Sobre el autor

Más que un oficio, el periodismo cultural es una forma de vida. La llevo ejerciendo desde que terminé la carrera. Hace de eso algún tiempo. Me recuerdo leyendo y escribiendo desde que tengo uso de razón. La lectura es mi vocación; la escritura, una necesidad. La Cultura, una forma de estar en el mundo. Dejo poemas a medio escribir en el bolso y en todos los armarios.


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