(Publicado en la edición impresa de El Norte de Castilla el 22 de noviembre del 2007)

Un lector del blog me deja un mensaje en forma de pregunta. «¿Por qué no se publica poesía en los periódicos?». La pregunta es buena –daría para un tratado urgente de periodismo– y a mí me dispara pensamientos, ironías, canciones ya tópicas (‘Malos tiempos para la lírica’ etc.) y hasta me provoca un pequeño homenaje familiar.
Mi tío, el poeta y periodista Antonio Martín Casla, mantuvo durante años, con una entereza encomiable habría que decir, una página de poesía en El Adelantado de Segovia. Antes incluso de aquella página recuerdo una sección que se publicaba en la contraportada del diario llamada ‘Un minuto de poesía’. Y era eso, un poema en la ‘última’ del periódico entre las noticias del cierre y todas esas otras que no tenían un sitio muy fijo.
La primera vez que publiqué un poema –la primera vez que publiqué algo en mi vida– fue en ese ‘minuto de poesía’. Tenía 18 años (y un poco de enchufe digo yo). No he olvidado ni el tema ni el día que se publicó. Pero lo mejor de aquella historia no fue sólo ver algo mío en letra impresa, lo mejor, como me ha ocurrido después cada vez que he publicado algo, fue una carta, en este caso la de mi tío animándome a seguir. La guardo entre mis tesoros con otras cartas que vinieron con los años de gente que ni siquiera me conocía.
Poesía en los periódicos. Asunto divertido. O así…
Entonces no podía hacer estas reflexiones. No sabía casi nada de periodismo ni de periódicos y tampoco mucho de poesía. Pero mirado desde este ahora la sección tenía un punto subversivo maravilloso. Era algo así como decir, ‘les hemos machacado el día, queridos lectores, poniéndoles al corriente de todo lo malo que pasa en el mundo, pero nos queda la palabra, es decir, la poesía’. O también: ‘miren, hay gente contra la que no puede nada. Tal como va el mundo y ellos erre que erre escribiendo poesía’.
Claro que si, de repente, el poeta era muy malo también podía fastidiarte el día por completo. Porque mi tío, además de hombre culto y excelente escritor (lo siento no es pasión familiar, lo sabe más gente) era una buena persona siempre dispuesto a dar una oportunidad.
En fin. ¿Qué puede hacer la poesía en un mundo en el que la prensa escrita le ha cogido tanta prevención a la cultura que tiene que tiene que ponerle apellidos como entretenida, best seller, glamour, vida, etc?
Claro que quizá sea mejor así. A Jorge Praga, que es un vecino de columna de unas páginas más allá y sin embargo amigo –y uno de los mejores lectores de poesía que conozco– no le gusta leer poesía en los periódicos. (No corre peligro pues yo sólo conozco ahora uno o dos casos y en suplementos). Él dice que no es el sitio, ni su ánimo delante de un diario el necesario para hacerlo. Pero ni él podrá discutirme que a veces hacer la revolución conlleva algunas concesiones. Digo yo… Pues eso Jaime, que no te conozco pero que gracias por el mensaje.