La chica de la foto es Mariolina Venezia. Quédense con su nombre porque con un solo libro, con una novela más concretamente, ha iniciado una prometedora carrera literaria al tiempo que se ha convertido en un fenómeno editorial. Venezia se embarcó en la aventura de contar la historia de la familia Falcone, originaria del sur de Italia, a través de 139 años, los que van desde la unificación del país a la caída del muro de Berlín. Hace mil años que estoy aquí hace honor a la más pura tradición de las sagas literarias, pero aporta un punto de vista en el que la mujer –sus aspiraciones, sus deseos frustrados, las dificultades para ocupar su sitio– tiene un protagonismo especial.
En Italia ha vendido 80.000 ejemplares y consiguió el premio Campiello, un premio prestigioso porque lo concede un jurado compuesto por escritores, críticos y lectores. En España, la editorial Gadir se apuntó el tanto de añadirla a su catálogo repleto de nombres irreemplazables de la literatura europa. La apuesta por la novedad no ha podido ser más acertada. Primero fue el premio a la traducción que consiguió Elena Martínez, encargada de la versión española, y ahora ha conseguido el premio Llibreter, que conceden los libreros catalanes, en la modalidad de narrativa. Par ellos, la historia es real e irreal al mismo tiempo. Real, «porque es la historia de todas las mujeres» e irreal por el ambiente mágico que transmiten sus páginas y que le ha valido la comparación con Cien años de soledad.
La buena noticia es que libros así, sin vocación de best sellers, sin los ingredientes básicos marcados en el catálogo de los superventas, compuestos sólo de literatura se abran camino por el buen gusto de los lectores, de los libreros y de los editories dispuestos a arriesgar. tal como está el panorama no deja de ser una noticia refrescante.