En las escasas fotografías que he visto de Julia Uceda siempre aparece muy seria. Con un gesto como de infinita tristeza. Por eso sorprende, cuando se habla con ella –yo lo hice, por teléfono, para la entrevista que hoy abre la sección de Cultura del periódico– no sólo su afabilidad, sino que en seguida aparece la risa, esa especie de gracejo que siempre se le supone a una andaluza, y que es como un sambenito con el que tienen que cargar. (En sus cuentos se traduce en una ironía nada mordaz). Es curioso que, a pesar de los años que pasó fuera de España y a pesar de que ahora vive en Galicia, no ha perdido un ápice de su acento andaluz. Los periodistas adivinamos en seguida cuándo una entrevista va a dar de sí y cuándo va a ser un esfuerzo sobrehumano para encontrar algo de contenido. Y cuando da de sí, sabemos en seguida cuándo el entrevistado ha aprendido el oficio de contestador y va colocando titulares por si acaso el de enfrente no está muy al tanto del asunto. Julia Uceda es a la vez natural, nada impostada, y sin embargo profunda. Tiene cosas que decir. Y las dice de forma que apetece escucharlas, como si fueran una prolongación de sus libros. La entrevista tenía como “percha” el que por primera vez haya publicado cuentos. Su primer libro de cuentos, después de toda una vida dedicada a la poesía, ha salido en la palentina editorial Menoscuarto, que de vez en cuando, nos da estas alegrías. Y que últimamente parece que está en racha.
De sus cuentos, para no repetirme, copiaré lo que escribo en el despiece de la entrevista: «Si se lee ‘Luz sobre un friso’ con un lápiz en la mano, se puede seguir el itinerario poético de los relatos, subrayando esas frases que parecen escapadas de algún poema. De tanto en tanto resuena la Julia Uceda poeta. Pertenece por tanto la autora sevillana a una familia literaria compuesta por narradores que nunca compusieron un verso (que se sepa) pero cuyos relatos rezuman poesía auténtica. Y por poetas que cuando prueban el relato no desarman su prosa del aliento poético. Familia con componentes ilustres como Virginia Woolf y seguidores (en todos los sentidos) recientes como Michael Cunningham. El mérito, también en Julia Uceda, es que ese aliento no frena el curso de la narración lo que en un cuento sería desastroso. Por el contrario, la autora de ‘Poemas de Cherry Lane’ ofrece un plus a un lector al que no le asuste que le pidan su colaboración».
El libro, titulado “Luz sobre un friso? ofrece una galería de personajes que, en algún momento de sus vidas perdieron pie. Y fueron “expulsados” de esa cuadrícula en la que el resto de la gente parece moverse con soltura. Un libro muy recomendable que puede ser además la excusa para leer la poesía de esta autora que en el 2007 fue premio de la Crítica por “Zona desconocida”. Su poesía completa anterior está reunida en el volumen “En el viento, hacia el mar”, que como el anterior está publicado por la Fundación José Manuel Lara.