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La palabra justa y brillante de Antoni Marí

Hay libros que discurren como un río tranquilo. Parece que en ellos no ocurre nada. Nada extremadamente trascendente. Y sin embargo su prosa fluye ofreciendo al lector la brillantez del idioma y un conjunto de acontecimientos que se siguen con placer y con la curiosidad de saber qué vendrá después. Leyendo ‘El vaso de plata’ de Antoni Marí, que felizmente ha recuperado la editorial Libros del Asteroide, recordé aquella receta que daban los acmeístas rusos a sus seguidores acerca del uso del lenguaje de forma aguda y clara. Nada sobra en el discurso de ‘El vaso de plata’, la primera obra narrativa de su autor, que se publicó por primera vez en 1991 y que obtuvo el premio Ciudad de Barcelona. Una serie de estampas –capítulos que se pueden leer de forma independiente– y que tienen como título las Obras de misericordia de la educación cristiana, van desgranando momentos de la adolescencia de su protagonista, Miguel, un ‘alter ego’ del propio autor. Novela pues de iniciación, que el prologuista, Ignacio Martínez de Pisón compara con otras célebres de ese subgénero como ‘El guardian enre el centeno’, de J. D. Salinger. «Sabemos –dice en el prólogo– que el mundo que evoca y retrata (Marí) es posterior a Salinger y a James Dean y a Elvis, pero algo en él noshabla una y otra vez de quietud, de permanencia, de cosas que han pasado siempre y que están destinadas a seguir pasando». En el libro, hay pequeños acontecimientos cotidianos, pero es a través de esos pequeños acontecimientos que el protagonista va descubriendo la vida, el mundo que se le despliega por delante, y, al tiempo, va teniendo conciencia de la muerte, de lo que van dejando atrás quienes le precedieron. Y todo con la sutileza de la descripción de una luz, de un olor, de una sensación. ¿Quién no ha revuelto alguna vez en el cajón de su abuelo en busca de respuestas a preguntas que ni siquiera se ha formulado de forma concreta? «Abrí el cajón superior y un aroma infinitesimal salió de su interior, un olor húmedo, como muy antigo, de azafrán y linimento, mezclado con otro olor indescifrable, de fruta en descomposición, agrio, dulzón y penetrante. Me gustó aquel olor, que parcía familiar y próximo y a la vez exótico y lejano». …Los olores de la infancia, pero también las dudas y las lecciones que se aprenden de golpe, inesperadamente. Es lo que hay en ‘El vaso de plata’, una gozosa utilización del lenguaje para contar, brevemente, una historia que de una forma u otra a todos nos pertenece. Un completo acierto rescatar este texto del olvido.

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Sobre el autor

Más que un oficio, el periodismo cultural es una forma de vida. La llevo ejerciendo desde que terminé la carrera. Hace de eso algún tiempo. Me recuerdo leyendo y escribiendo desde que tengo uso de razón. La lectura es mi vocación; la escritura, una necesidad. La Cultura, una forma de estar en el mundo. Dejo poemas a medio escribir en el bolso y en todos los armarios.


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