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Lamentable espectáculo

(Publicado en la edición impresa de El Norte el 12 de abril del 2008)

La rueda de prensa celebrada por el alcalde tras el Patronato de la Seminci fue la mejor escenificación del peligro que corre el Festival de Valladolid si la sensatez no vuelve más pronto que tarde a sus responsables. A todos sus responsables: desde el equipo de gobierno municipal, en primer lugar, hasta su director, pasando por los grupos de la oposición. Si es cierto que todos ellos creen sus palabras cuando dicen que es necesaria la continuidad del Festival como «la manifestación cultural más importante de la ciudad» resulta realmente kafkiano además de indignante –sobre todo teniendo en cuenta lo que se está jugando y en las fechas en que se está jugando– que el protagonista de la rueda de prensa acabara siendo un desconocido Benito Gómez, cuyo curriculum fue leído pormenorizadamente por el alcalde ante el estupor de los presentes: «Año 92: almacenero; año 93: almacenero… Año 2000: conserje», etc. etc. en un recitativo memorable. ¡Señores un poco de seriedad! O cierren definitivamente la Seminci y dediquen el presupuesto a otro macroconcierto –con degustación de pinchos paralela– único ‘evento’ supuestamente cultural en la que el actual equipo de gobierno encuentra rentabilidad. (Creo que mediante una división entre el dinero invertido y el número de asistentes, que es como se evalúa ahora la cultura). Frugone tiene mucha responsabilidad en lo que está pasando por dejar que las cosas hayan llegado a este punto y ha cometido un error de bulto al centrar sus reivindicaciones en dos personas, solapando los verdaderos problemas de su gestión y evidenciando su falta de empuje para liderar el proyecto. Porque para que un Festival como éste funcione no son aconsejables ‘externalizaciones’ a empresas que probablemente desconozcan las claves de algo tan específico como un Festival de cine. Lo ideal es un director responsable último ante el Patronato –con un gerente y unos administrativos de su confianza que resuelvan los aspectos no artísticos, por supuesto– pero responsable global ante los poderes públicos. La oposición debería hacer algo más que aprovechar el filón y aportar alguna idea. Al ciudadano le importa poco si la convocatoria del Patronato se hizo o no con defecto de forma, ni la categoría profesional de sus contratados eventuales. Los espectadores de la Seminci merecen un respeto. Mientras la próxima edición peligra, y se ha perdido la oportunidad de haber sustituido a un cansado Lara por alguien que potenciara lo mucho conseguido por él, el verdadero debate sigue aparcado: qué tipo de Festival sería capaz de mantenerse en la primera línea de un panorama lleno de competencia.

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Sobre el autor

Más que un oficio, el periodismo cultural es una forma de vida. La llevo ejerciendo desde que terminé la carrera. Hace de eso algún tiempo. Me recuerdo leyendo y escribiendo desde que tengo uso de razón. La lectura es mi vocación; la escritura, una necesidad. La Cultura, una forma de estar en el mundo. Dejo poemas a medio escribir en el bolso y en todos los armarios.


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