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De embarazos y escotes

(Publicado en la edición impresa de El Norte de Castilla el 17 de abril del 2008)

Aunque parezca raro, cuando de niña me contaron que procedía de la costilla de Adán, me llevé un disgusto. ¡Qué quieren! No me parecía un buen comienzo. Entonces no tenía ni idea de hasta qué punto no lo era, ni lo había sido, para las mujeres eso de ser las segundas y llegar al mundo vía un elemento masculino en principio tan humilde como una costilla.

Quizá por eso fui de las que no perdieron detalle del desfile de Carmen Chacón pasando con paso firme y maternidad avanzada delante de los mandos del Ejército español. Mandos que todavía se conjugan en masculino plural. Me pareció una imagen acariciadora, como acariciadores sonaron sus ‘vivas’ de reglamento y sus ‘mande firmes’ de rigor. Un símbolo, sí. Al fin y al cabo un gesto, vale. Pero un símbolo y un gesto que nos resarcían a las mujeres de tantos malos gestos como hemos acumulado a lo largo de nuestras vidas. De las veces que nos mordimos la lengua como mal menor.

A mí, una defensora de encarar los problemas en su base, en su origen – y el machismo y sus violencias sólo se atajarán con educación desde la más tierna infancia– me ha gustado este cambio desde la cúpula, que también de arriba a abajo y desde una foto que ha dado la vuelta al mundo se puede introducir una cuña en la mentalidades más retrógradas. Porque ha de llegar ese día en que estas fotos no sean noticia y se pueda hablar de que también las mujeres a veces se aprovecharon del machismo imperante, sin que sea políticamente incorrecto. Para que por fin seamos distintos e iguales al mismo tiempo.

Y en estas estábamos cuando llegó Ángela y disputó el espacio de las imágenes de primera, no ya a Carmen Chacón sino a la mismísima Carla Bruni. Merkel, tan correcta siempre, tan a su trabajo siempre, tan firme en su tarea de llevar las riendas de una de las grandes potencias europeas siempre, fue Ángela por una noche en la ópera. Y descubrimos que dentro de la dirigente que pone una nota de género en las fotografías de familia de las cumbres europeas hay una mujer capaz, en un momento dado, de lucir generosamente su abundancia pectoral y animar la rigidez del vestuario habitual.

Por una vez, no me molestó que una mujer fuera noticia por una cuestión relacionada con su físico o su vestuario, ni que los medios acudieran como moscas a la anécdota femenina.

Ángela Merkel le ha echado un par… por decirlo de una manera castiza (que no machista). Porque debió de sopesar (¿o fue una casualidad?) que se había ganado a pulso el respeto y que hora era de reivindicar que el físico, aunque no sea el que canonizan las pasarelas, acompaña siempre a una mente pensante – al revés, no siempre– y que adornarlo o realzarlo es una cuestión también de cortesía hacia el prójimo. Algunas de nuestras políticas con más alto rango en nuestro país ya practican esta máxima.

¡Qué tranquilizadoras estas instantáneas de normalidad!

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Sobre el autor

Más que un oficio, el periodismo cultural es una forma de vida. La llevo ejerciendo desde que terminé la carrera. Hace de eso algún tiempo. Me recuerdo leyendo y escribiendo desde que tengo uso de razón. La lectura es mi vocación; la escritura, una necesidad. La Cultura, una forma de estar en el mundo. Dejo poemas a medio escribir en el bolso y en todos los armarios.


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