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Cine, nada más (6)

Rodrigo Plá es uno de esos directores a los que la Seminci nos da la oportunidad de ver crecer. El año pasado ya apuntó maneras de sólido director con ‘La zona’, un filme que no era redondo, pero que planteaba un tema candente con valentía, crudeza y pulso firme. Obviedades aparte –que las tenía– fue una película meritoria que aquí se vio fuera de concurso y en Venecia le valió el León de Oro a la mejor opera prima.
En esta ocasión, Rodrigo Plá cambia de paisaje y de época para hablar de superstición y fanatismo. Y el resultado final es una película de un director con oficio. que sitúa la cámara con maestría, que hace gala de una muy buena dirección de actores y que maneja el ritmo de la narración. Logra además algo muy bueno: que en pleno desierto la atmósfera en la que vive la familia sobre la que ha caído una maldición resulte agobiante y ese color azulado que da a la trama un punto de irrealidad también necesario.
La pega de esta película es que le falta un punto de genialidad o de empatía que hubiera enganchado a ese espectador que no mide el filme salvo por lo que le conmueve y lo que no. Ese punto de genialidad con el que Buñuel nos hubiera contado la historia o ese punto de magia con el que un García Márquez o un Juan Rulfo nos hubieran hablado de supersticiones y fatalidades. Si hablar de la culpa, la imposibilidad de redención y esa forma de entender la religión que lleva a la locura es de por sí duro, el producto final resulta aquí algo frío. Su película es de buena factura, pero queda lejos.
La segunda película a concurso del día, ‘Villa’, de Ezio Massa, nos sitúa en un macro suburbio marginal de Buenos Aires. La Villa es uno de esos barrios que van ganando terreno a las afueras del sistema, que van sacando los colores –o deberían– al desarrollo y que a pesar de sus cada vez más grandes dimensiones suelen ser invisibles para los que toman las decisiones. En esta ocasión el marco para fotografiar la falta de horizontes de una juventud sin más salida que la droga, la delincuencia y la prostitución es el fútbol. La pasión argentina por el llamado deporte rey. Por cierto, la casualidad quiso que el filme llegara a la Seminci el mismo día en que Maradona se hacía con los mandos de la selección de su país.
Comienza el mundial de Corea-Japón del 2002 y tres chicos de La Villa se han propuesto ver el partido inaugural de Argentina contra Nigeria en una televisión en color. Los caminos que les llevan a lograrlo están muy alejados de lo que cabría en la imaginación de cualquier adolescente del lado privilegiado de la calle.
Massa cuenta la historia a ritmo de hip hop. Literalmente. Una cámara veloz y un montaje sincopado, a veces hasta el exceso, marcan su estilo. La película entra dentro de ese canon que podría llamarse del realismo sucio, aunque no coincida con su homónimo literario, y del que la Seminci ha mostrado bastantes ejemplos en las últimas ediciones. Massa dice que le han inspirado filmes como ‘Ciudad de Dios’, de Fernando Meirelles, o ‘Deprisa, deprisa’, de Saura, a los que admira, pero títulos como ‘Amores perros ’tampoco serían ajenos a su planteamiento.
Massa ha utilizado habitantes del barrio para su película y salvo dos excepciones ninguno de los personajes que aparecen son actores profesionales. El trabajo en este sentido es impecable pero la película no acaba de ser redonda. Hay personajes secundarios que merecerían una mayor definición, incluso los mismos protagonistas a los que imaginamos unas circunstancias que tampoco se cuentan. Con todo, la película interesa como interesa de vez en cuando fijar la mirada en esas realidades que son tan difíciles de aceptar.
La jornada terminó con risas. ‘Animales de compañía’, el segundo largometraje de Nicolás Muñoz, es eso que se suele llamar una ‘comedia refrescante’ con las relaciones familiares de fondo. En la mejor tradición de las ‘sit coms’, la acción nos lleva a la cena de cumpleaños del cabeza de una familia burguesa de la España de nuestros días. Una de esas fiestas familiares que todos los llamados a participar temen como a un nublado porque aunque se pongan en marcha todos los mecanismos que la educación y la hipocresía demandan suelen terminar como el rosario de la aurora.
Una visión ácida de las relaciones familiares que el director utiliza para plantear unos diálogos hilarantes y unas situaciones que aunque conocidas se ven con agrado. Es curioso que la película se proyectara un día después de la que trajo a Tennessee Williams al programa, porque es como si Muñoz mostrara el negativo burlesco a esas familias llenas de celos entre hermanos y de personajes algo tocados de la cabeza que se atraen y se repelen sin remedio.
Pero ‘Animales de compañía’ no tiene tantas pretensiones. Eso es lo bueno de la película, aunque también la duda de si es una película para este festival. En todo caso, el filme plantea un retrato mordaz y desengrasante de las familias y sus trastiendas. Padres e hijos juntos mirados a través de un espejo deformante de esos de las ferias. El guión cae en el remate final. Ha echado el resto en los diálogos y da la sensación de que no puede mantener el nivel hasta una conclusión que merecía mayor esfuerzo.
Un apunte. Este año la participación española en el Festival mantiene, cuando menos, un digno nivel.

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Sobre el autor

Más que un oficio, el periodismo cultural es una forma de vida. La llevo ejerciendo desde que terminé la carrera. Hace de eso algún tiempo. Me recuerdo leyendo y escribiendo desde que tengo uso de razón. La lectura es mi vocación; la escritura, una necesidad. La Cultura, una forma de estar en el mundo. Dejo poemas a medio escribir en el bolso y en todos los armarios.


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