Suelo ser fiel a los directores de cine que alguna vez me han puesto delante de una obra maestra. Claro. Pero también a los que alguna vez han conseguido emocionarme, tocarme alguna fibra, hacerme reir o sorprenderme. Aunque me decepcionen o aunque me tengan así, esperando la siguiente. En fin, que soy fiel a Eliseo Subiela. Que ya he visto su última película estrenada en España, ‘No mires para abajo’. Subiela me captó con ‘El lado oscuro del corazón’, como a tantos otros. Después me siguió teniendo a su lado con otras películas como ‘Pequeños milagros’ o ‘Despabílate amor’. A su alrededor además se tejió una red de complicidades amistosas. “Eh¡ Ya he visto lo último de Subiela”. “Tengo un DVD de Subiela” etc. De todas, la primera edición de ‘El lado oscuro…’ sigue siendo mi favorita. También lo es ahora que he visto la última. Con todo, recomiendo que se vaya a verla, y no sólo porque la película lleve adosado el mensaje ‘para aprender a hacer el amor como Dios manda’.
Realmente es una película didáctica que en otras manos habría sido un desastre. Pero Subiela mantiene el ritmo de la historia, que en su caso es un ritmo especial. Hay algo extraño en la forma en que ha rodado las escenas de sexo que son la mayoría. (Es la historia de la iniciación en las artes amatorias de un chico de 19 años que se enamora de Elvira, la nieta de una mujer con dotes de bruja, una chica de 28 años con la que aprenderá que hacer el amor es algo más que deseo y ejercicio físico). Es como si la proximidad física de la cámara la hubiera equilibrado con una distancia mental, una especie de frialdad pedagógica. Subiela ha dicho que quiso filmar esta historia para que sus hijos sepan lo que hay que saber sobre el tema. Que a él le hubiera gustado que alguien se lo hubiera enseñado en su momento. Los parlamentos de Elvira (Antonella Costa) resultan a veces un poco artificiosos. Con todo tanto ella como su partenaire, Leandro Stivelman, salen airosos de un reto que no era fácil.
La historia tiene los guiños humorísticos que son marca de la casa y también sus toques poéticos. La película ha tenido premios en varios festivales y se ve con agrado. Historias así son poco frecuentes.
(Por cierto, el título es un gran acierto, como lo es que la frase ‘No mires para abajo’, que la dicen los protagonistas en varias ocasiones, sólo se pueda captar leyendo los labios a los actores. Es en sí una metáfora del vértigo de vivir).
(En el fotograma, una escena de ‘No mires para abajo’)